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Actores humanitarios sin herramientas

Una feroz sequía se abate sobre Somalia, provocando sufrimientos de una escala casi indescriptible. Es difícil hallar palabras para transmitir la devastación y la miseria que asuelan al país, en medio de un prolongado período de escasez de lluvia récord. A menos que la comunidad internacional cambie su metodología para la provisión de ayuda en África, el ciclo de sufrimiento no se detendrá. La catástrofe que se desarrolla en Somalia no es única. Millones de africanos en más de una decena de países se enfrentan a dificultades similares, conforme la pérdida de cosechas y la persistencia de conflictos provocan una seria inseguridad alimentaria. Son tragedias que pudieron evitarse: sabíamos que estas crisis estaban en camino. La sequía y el hambre son calamidades en cámara lenta que, con planificación adecuada y recursos suficientes, pueden evitarse. Pero una y otra vez, la ayuda humanitaria en África ha sido insuficiente, como ocurrió en Somalia en 2011 y 2012; en Níger en 2005; y en Etiopía en los ochenta. Entonces, como ahora, hubo quien predijo la inseguridad alimentaria mucho antes de que el hambre hiciera sentir sus primeras punzadas. Pero las advertencias no se tradujeron en una respuesta global eficaz. Las organizaciones internacionales de ayuda deben reconsiderar la forma de trabajo y la elección de colaboradores. Hay que insistir en la creación de soluciones duraderas, y eso implica una colaboración más estrecha con socios locales en el terreno. Su involucramiento es crucial para asegurar la continuidad de los servicios, cuando las agencias de ayuda multinacionales se hayan ido a otros lugares. Pero para eso, es necesario que las comunidades locales cuenten con recursos y herramientas que les permitan asumir el liderazgo. Por desgracia, por ahora solo una fracción de la financiación internacional de respuesta a emergencias va directamente a organismos locales. Todas estas falencias dificultan a las organizaciones multinacionales la transferencia de responsabilidades una vez satisfechas las necesidades más urgentes. Cuando se apoya a grupos de respuesta locales en funciones de liderazgo, los resultados son extraordinarios. En Somalia, la Media Luna Roja Somalí ha establecido decenas de clínicas móviles que brindan atención a algunas de las poblaciones más vulnerables del país. Opera en áreas de inestabilidad y violencia, a menudo fuera del alcance de los servicios sanitarios estatales, y ayudó a mitigar las emergencias de desnutrición y cólera. Lo mejor de todo es que cuando esas emergencias amainan, la capacidad local queda. Gracias a la financiación y entrenamiento ofrecidos por diversas organizaciones, entre ellas la que represento, la Media Luna Roja Somalí podrá seguir ofreciendo servicios de salud maternoinfantil, programas de vacunación, clínicas ambulatorias y otras formas de atención médica comunitaria.

Cambiar el paradigma humanitario global no será fácil (ningún cambio de esta escala lo es). Pero la alternativa (un ciclo interminable de hambre, enfermedad y muerte innecesaria) es inaceptable. El sufrimiento de África ha dejado a muchos sin palabras. Por eso es necesario que el lugar de las palabras lo ocupen nuestras acciones.