Aceptar el reto a los 30

Aceptar el reto a los 30

“¡Me lo debía!”, es la expresión con la cual el egresado de Odontología, Fabricio Domínguez Játiva, explica por qué a los 31 años dejó de ser visitador a médico para convertirse en actor.

“¡Me lo debía!”, es la expresión con la cual el egresado de Odontología, Fabricio Domínguez Játiva, explica por qué a los 31 años dejó de ser visitador a médico para convertirse en actor.

Hoy tiene 35. Su nombre en las tablas es Fabo Doja. Después de 12 años de una carrera como visitador a médico, que le permitió tener un patrimonio económico, la fusión del laboratorio para el cual trabajaba con otro marcó el término de un contrato y de ese capítulo de su vida. Y concretó el sueño del Fabricio de 8 años de edad: ser actor, cuenta a EXPRESO.

La psicóloga industrial Beccy Torres Espinel (45), en cambio, fue durante 9 años directora nacional de Desarrollo Humano de una importante cervecera transnacional. La sobrecarga de trabajo absorbía su vida personal. Y al igual que Domínguez atravesó la fusión de la empresa, a la que servía en relación de dependencia, con otra compañía del mismo rubro. El cambio no la perjudicaba, pero descubrió que ya no quería estar allí y sintió la necesidad de emprender un negocio propio (ver las cifras de emprendimiento en Guayaquil).

Lo concretó hace 7 años, cuando tenía 38. Abrió D & E Asesoría, en la cual trabaja junto a su prima, la economista Sandy Espinel (36). Ella, por su parte, dejó la jefatura del área rotativa de una industria gráfica, para junto a Beccy brindar asesoría de desarrollo de negocios y desarrollo humano a empresas.

Karla Sacoto (37) es otro ejemplo de reinvención profesional a los 30. Hace 3 años cerró su faceta de 14 años como reportera y presentadora de noticias de dos canales de TV para dedicar su tiempo y energía al proyecto propio que le representa mayores ganancias y le permite disfrutar de su hija y su esposo. Se convirtió en ‘networker’ y junto a una socia abrió un centro de negocios de redes de mercadeo.

A decir de Simón Illescas, decano de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Guayaquil, estos casos reflejan las posibilidades de cambios radicales empujados por las condiciones laborales.

La psicóloga Verónica Baque agrega: “Alrededor de los 30 y 40 años los hombres se vuelven más conscientes del significado del éxito o fracaso de sus carreras y replantean sus metas. Con las mujeres ocurre algo similar... Los proyectos de vida se reestructuran. Los intereses cambian y por supuesto la concepción del mundo también se ve afectada”.

Añade que estas no son decisiones que se toman por haber alcanzado la madurez, pues es un término propio de los alimentos y no del crecimiento del ser humano. “La edad no determina las decisiones de replanteo de un proyecto de vida. No es la edad, son cambios. La sociedad empuja a los individuos a cuestionarse por qué a los 30 no tienen determinados bienes materiales (y estatus).”.

La gente se replantea por las circunstancias que le toca vivir, remata Baque.

Los entrevistados por este Diario afirman que pese a las dificultades que enfrentaron y enfrentan, están contentos de haberse reinventado a los 30.

El visitador a médico abandonó el maletín para convertirse en actor

El visitador a médico, Fabricio Domínguez Játiva, se convirtió en el actor Fabo Doja, que son las abreviaturas de sus nombres, cuenta a este Diario.

Como Fabo se lo conoce en el teatro, la TV y el cine ecuatoriano.

Hasta el 22 de julio, junto a una colega protagoniza en el Microteatro de Miraflores en Guayaquil la comedia picaresca ‘No siento nada’ (de miércoles a sábado, desde las 19:30). Y debuta como director de ‘Memorias’, otra obra del mismo formato (15 minutos), que se presenta en ese escenario.

También coordina un festival de teatro en Loja, gracias al actor Santiago Carpio, quien lo dirige en ‘No siento nada’.

Y forma a nuevos actores en el Instituto Superior de Estudios de Televisión (ITV).

En julio de 2013 culminó su faceta de visitador a médico, a punto de ascender al cargo de supervisor, por cumplir con su sueño pendiente de convertirse en actor.

Siempre se lo tomó en serio. De 2000 a 2002 estudió actuación en el ITV, pero como su trabajo lo obligaba a viajar y faltaba a clases, sacrificó la actuación por conservar su medio de sustento.

“Yo disfrutaba de mi trabajo, pero no era lo que me movía. Ganaba bien, pero no todo es la parte monetaria, es lo que te llena a ti como ser humano”, agrega. Siendo visitador a médico compró su departamento y su carro, viajó y ahorró.

En octubre de 2012 retomó la carrera teatral. Estudió 3 años más en el ITV. Desde 2013 está en el escenario, donde piensa permanecer.

De periodista de TV a ‘networker’

“Cuando comencé a trabajar, a los 18 años, tuve una idea, pero la mentalidad de una persona de 18 no es la misma a los 30, entonces, muchas de esas perspectivas cambian”, cuenta Karla Sacoto a EXPRESO.

La licenciada en Comunicación Social, de 37 años, tiene además una maestría en Ciencias Internacionales y Diplomacia.

Como comunicadora desarrolló una carrera de 14 años como reportera y presentadora de noticias en dos canales de TV. También trabajó en la vicepresidencia de la República, fue maestra de ceremonias y elaboró productos audiovisuales, en forma paralela, mientras ejercía su carrera.

Esta actividad le permitió viajar, comprar su carro y su casa, pero los horarios le restaban tiempo para ver crecer a su hija. “Me di cuenta de que estar encerrada en un sistema laboral no me permitía tener un crecimiento profesional y económico acorde a lo que siento que me merezco”, agrega.

Aún estaba en TV cuando conoció de la existencia de las redes de mercado (‘networking’) en las que trabaja actualmente como consultora de marketing y liderazgo (‘networker’).

Hace tres años está en la industria del ‘network marketing’, en la que como profesional independiente trabaja con socios dentro y fuera del país. Y está satisfecha con los resultados.

Dejaron gerencias para abrir consultora

Beccy Torres Espinel (45 años, a la izquierda en la foto) y Sandy Espinel (36) son primas y socias. Ambas son solteras. Por coincidencias de la vida y sin ponerse de acuerdo, decidieron dejar de trabajar para otros. Tuvieron motivos similares: estaban saturadas y agotadas por tanto trabajo, lo que afectó su calidad de vida.

Beccy invitó a Sandy a embarcarse con ella en su proyecto personal: la consultora D & E Asesoría. Ella aceptó.

Torres dejó su oficina como directora nacional de Desarrollo Humano de una industria cervecera, mientras que Espinel abandonó la jefatura del área de rotativa de una empresa gráfica. Hoy, Beccy es la gerenta general y Sandy, la jefa administrativo-financiera de D & E. Esta es miembro de la AJE (Asociación de Jóvenes Empresarios del Ecuador). Y como tal participan en la organización del congreso de emprendimiento, que el gremio realizará en septiembre de este año en Guayaquil.

Torres es bachiller normalista. Dio clases en preescolar. También es ingeniera industrial y tiene una certificación en coaching. Espinel es economista y tiene una maestría en Administración de Empresas.

Los conocimientos de ambas se acoplaron muy bien, dice Espinel, y les permiten trabajar juntas. Hacen diseños a la medida de sus clientes, a quienes ayudan a descubrir qué es lo que necesitan en sus negocios en función de los resultados que quieren alcanzar, explica Torres. “Si vamos a un lugar donde el jefe es el diablo, nosotras lo hacemos humano”, agrega Espinel.

En agosto esta oficina cumplirá 7 años. Pese a la crisis económica, aseguran que salen adelante. Y están contentas con su decisión de trabajar para ellas mismas.