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5G

Y la temible Guerra Fría ya llegó, de la mano de la geopolítica. Pero a diferencia de las primeras guerras prehistóricas, por obtener tierras más fértiles y cálidas; las guerras de la antigüedad para expansión del poderío con el sometimiento de un pueblo a otro; las guerras por los recursos naturales, por el oro, sea este amarillo o negro; las guerras por el agua, las guerras religiosas, esta vez la guerra es por la temible 5G.

El 15 de mayo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró estado de emergencia nacional para prohibir a las compañías americanas hacer negocios con empresas chinas que intentan espiar a su país y vulneran la seguridad nacional. Aunque dio plazo de tres meses para que los americanos actualicen sus ‘softwares’, ya las empresas americanas tipo Google se apuraron a acatar la orden del presidente e informaron que no actualizarán sus sistemas operativos en millones de aparatos marca Huawei, los segundos más vendidos en el planeta.

Para China, en cambio, la tecnología 5G es el corazón de su estrategia de dominio comercial Made in China 2025, que busca dejar atrás el ser la fábrica del mundo y ahora quiere ser el ‘hub’ digital mundial.

Lo que está detrás de ese anuncio es que ambos países se disputan el instalar en cada esquina del mundo los dispositivos de emisión de las redes 5G, pues quien controle esta red manejará un negocio de 12 billones de dólares. Mejor dicho, la economía junta de Rusia, Japón, Inglaterra y Alemania.

¿Qué cambia? La velocidad de transmisión será de 20 gigas, podremos descargar una película de dos horas en 3 segundos. En un metro cuadrado se conectarán 100 aparatos, y en una cuadra, un millón. La velocidad de respuesta será de un milisegundo, o sea 400 veces más rápido que abrir y cerrar los ojos; veremos coches y aviones sin conductores y sin accidentes, se controlarán hospitales, fábricas, edificios, ciudades, países, la delincuencia se minimizará, y quien domine la 5G también dominará la inteligencia artificial, el poder militar y con ello el mundo.

Somos espectadores de una apasionante novela que continuará.