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El 2018, un ano posible

Por esta época han quedado construidos los presupuestos de las empresas, se han definido las compensaciones, y de alguna manera dentro de lo razonable, buscamos prever cómo se comportará el año entrante, de manera que podamos hacer planes, tomar decisiones sobre el ahorro o la inversión personales.

Si fuéramos absolutamente objetivos, pensaríamos tener frente a nosotros un año que no se ve fácil: el Gobierno nos ha dado evidencias de su enfoque fiscal, mostrando con ello su vulnerabilidad en lo político. La única razón por la que un gobierno decide a toda costa mantener una estructura de gasto nociva como la presentada en el presupuesto general del Estado, es porque no está dispuesto a tomarse el riesgo de un ambiente social tenso, sacrificando con ello la reactivación de la economía en el corto plazo y el crecimiento. Presionar fiscalmente al sector productivo, especialmente al que tiene la mejor posibilidad de generar plazas de trabajo de calidad (con mejores niveles de compensación e impacto en la productividad), termina provocando que se trasladen recursos de la formación bruta de capital fijo privada (la inversión) al Estado. Por otra parte, la constante ambivalencia de mensajes entre lo que se dice que se hará y lo que se hace, termina generando cartas como la enviada por la Secretaría de Comercio de los EE. UU.

El tema de la deuda, se vuelve complejo, especialmente porque nuestras normas legales establecen que los intereses para su pago solo pueden financiarse con ingresos corrientes (impuestos), y por tanto, cuanta más deuda se adquiera, más impuestos deberán cargarle al sector productivo y a los ciudadanos.

Frente a todo ello, aún hay un escenario posible. Imaginemos que gane el SÍ en la consulta, e imaginemos que se logre un acuerdo legislativo y social para darle un espacio de gobernabilidad al presidente; entonces se pudiera construir un marco de reformas legales que envíen el mensaje a la inversión local y extranjera. Esto solo será posible si el ciudadano de a pie presiona por todos los medios lícitos para que no le hipotequen su futuro.

¡Feliz año!