Cientos de competidores acudieron ayer al Centro de Convenciones de Guayaquil a retirar los kits y el chip de la competencia que empezaron a ser repartidos desde el jueves pasado en la misma sede. Debido a la afluencia, la atención se extendió hasta las 1

20.000 atletas en las calles por Guayaquil

Carlos Utreras viajó desde Quito la madrugada del viernes para estar ayer a primera hora en Guayaquil. No iba solo, lo acompañaba un grupo de 9 amigos; esos que le dio el atletismo, a los que conoció cuando a diario trotaba en el parque La Carolina y q

Carlos Utreras viajó desde Quito la madrugada del viernes para estar ayer a primera hora en Guayaquil. No iba solo, lo acompañaba un grupo de 9 amigos; esos que le dio el atletismo, a los que conoció cuando a diario trotaba en el parque La Carolina y que terminaron convirtiéndose en algo así como su familia.

Juntos, fueron ayer los primeros en la fila del Centro de Convenciones, lugar de la entrega de los chips y de los kits de la carrera EXPRESO, último paso previo a la competencia atlética que hoy repletará de corredores las principales calles del norte de la ciudad.

En la competencia no habrá distinciones. Niños, jóvenes o adultos; hombres o mujeres; atletas ‘Pro’ (profesionales) o aficionados; civiles o uniformados, todos pisarán el mismo asfalto rumbo a la meta final que será en el Parque Samanes.

“Es la prueba de Guayaquil y por Guayaquil, además el clima en esta época aquí es perfecto... Todo confabula para venir a correr”, acotó Utreras mientras revisaba curioso el modelo de camiseta y el chip de la prueba.

El control y el orden predominaron ayer en el salón del Centro de Convenciones de Guayaquil. Había un espacio reservado para el retiro de los kits y otro para quienes querían inscribirse en ese momento, así como un espacio de entretenimiento con premios sorpresas proporcionado por una de las firmas auspiciantes.

“Hay nervios y expectativa, pero todos estamos listos”, decía Magaly Hurtado, corredora de la categoría élite.

Familias enteras compuestas de padres, hijos y hasta abuelos llegaban a retirar la indumentaria y a enterarse del recorrido final de la carrera. Pero el tiempo se acabó. Hoy las calles se llenarán de corredores ávidos de gloria.