En estadios como el Rodrigo Paz Delgado, del barrio Ponceano, norte de Quito; o el Gonzalo Pozo Ripalda, en Chillogallo, sur de la ciudad, el comercio suele activarse durante cada partido de la Liga Pro.

Las avenidas Rumichaca y Moromoro, en el sur capitalino, ya son sitios tradicionales de ‘huecas’ que frecuentan los hinchas, dice Marcelo Benalcázar, morador de Quitumbe, pero seguidor de Liga Universitaria.

No obstante, muchas de ellas ocupan el espacio público y no todas cuentan con los permisos respectivos para usarlo.

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En el norte, en cambio, un cerco suele desplazar las ventas en las calles Juan Terrazas y Rembrandt, cuando las asistencias a al estadio, conocido como Casa Blanca, son masivas.

Aunque las vallas evitan el comercio autónomo informal, su colocación afecta a la oferta de garajes ubicados frente al estadio. Para que esa actividad sea permitida, se requiere el Permiso Único de Comercio Autónomo (PUCA) que revisan los Agentes de Control Metropolitano (AMC). En muchos casos, se ofrecen de forma irregular a quienes buscan dejar su vehículo en el sector donde la Zona Azul es escasa.

En lo que va del año, los funcionarios de la AMC han hecho nueve operativos (los de 2023 fueron 41). Allí, el personal también vigila el uso adecuado del espacio público en los exteriores de estadios.

Durante esos recorridos, verifican que los asistentes no consuman bebidas alcohólicas. Las personas que ingieren licor en el espacio público pueden recibir multas de 215 dólares.

En cambio, la sanción por falta de permisos para las actividades del comercio autónomo sin autorización alcanza los 230 dólares. En caso de reincidencia, esos montos se duplican.

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En todos espectáculos masivos realizados en la capital, incluidos los deportivos, que se han celebrado desde enero, la AMC ha retirado a 6.872 libadores de espacios públicos.

La cifra de solo tres meses es alta si se compara con las 7.580 personas que fueron retiradas en 2023, cuando ingerían licor. En cambio, las bebidas alcohólicas decomisadas ya sobrepasan los 4.653 litros en 1.465 operativos. En esas intervenciones participan AMC junto a personal de la Secretaría de Seguridad y del Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano (CACM).

En ese sector de la ciudad, los parqueaderos también abundan en escampados aledaños, pero eso no alivia el tránsito.

“El tráfico es terrible” cuando hay partidos, dice Lorena Córdova, vecina de El Condado. “Se ha convertido en algo normal para nosotros, que tenemos precaución para poder movilizarnos”, señala la mujer y no exagera. Cuando hay partidos, generalmente el fin de semana, la congestión generada por los asistentes se une a la causada por la feria libre en La Ofelia. Las filas de vehículos se forman desde La Delicia hasta El Condado. Y si se registra un siniestro de tránsito en la Avenida Manuel Córdova Galarza, el tránsito se vuelve un caos que puede durar horas en aliviarse.

A más de los problemas viales, en el parque Ponceano o la quebrada El Colegio, en el lado norte del estadio, la iluminación es escasa. Del alumbrado público, se encarga la Empresa Eléctrica Quito (EEQ), que ha reparado los focos de las calles Rembrandt y Van Gogh.

En cambio, las luminarias del parque son responsabilidad de la Empresa Pública de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop). Las luces se requieren para que los miles de asistentes que suelen pasar por ahí, caminen con seguridad hacia la Avenida Mariscal Sucre.

Hacia el centro-norte, en el barrio del estadio Olímpico Atahualpa, en El Batán, desde 1951, este escenario ha sido un símbolo al estar ubicado al final de la Avenida Naciones Unidas.

Con el pasar de los años, sigue en un entorno cambiante, el de edificios que lo sobrepasan en altura y cuyo crecimiento vertical modificó el vecindario.

“Es bonito escuchar la música, ser vecino es casi como estar en los conciertos”, señala Jaime Villacís, quien destaca el lado positivo de vivir junto al estadio. Pero no todo es bueno. Recuerda haber visto “peleas, asaltos, grafitis” hace años.

Muchos de esos hechos se difunden en redes sociales y provocan la planificación de operativos municipales.

Ahora esos incidentes son menos frecuentes, pero observa que “se ve derruido al estadio, con un desgaste que lleva años. Ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que lo pintaron”, cuenta el morador.

En 1989, sus padres se mudaron al sector. Y aunque existe “colapso del tráfico” durante algunos eventos deportivos y musicales, él considera que “el estadio le da vida al vecindario”.

El escenario acogió históricos shows -como los de Bon Jovi en 1995 o Def Leppard en 1997-, solo en diciembre del año pasado, durante el concierto de Roger Waters, se instaló un sonido cuadrafónico, que fue notorios en las terrazas.

También lamenta el mal estado de las veredas en la Avenida Seis de Diciembre.

La situación empeora con partidos que convocan a cientos de hinchas, como el del domingo pasado, entre Cumbayá y Liga de Quito. Se observa basura o se suelen generar incidentes.

Consultado por EXPRESO, el presidente de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP), Miguel Pavón, señala que “el alquiler que hacemos no tiene nada con el control, limpieza, ahí pasamos a ser espectadores”.

Tras varios años en el olvido el Atahualpa se remodelará

Goteras en la tribuna principal. Hierros oxidados a la vista. Pintura desgastada y una fachada impresentable es la imagen que actualmente tiene el estadio Atahualpa. En un inicio se tenía previsto derrocarlo pero causó malestar entre moradores y directiva.

 “No estoy de acuerdo en que se derroque el estadio, es un icono de la ciudad y del país”, dice el titular de la Concentración, en funciones desde julio de 2023 y hasta 2027. 

Conformó una “Comisión pro estadio” que ha recogido los estudios técnicos realizados desde 2014 sobre la edificación, la remodelación abarcará sus oficinas, salas de esgrima o kick boxing que ahora tienen goteras.

En mayo, se iniciará la remodelación que tendría un costo de 60 millones de dólares, cuenta Pavón. “Hacer uno nuevo costaría unos 280 millones; lo real será tener la colaboración de arquitectos y empresa privada.

Empezaremos con el cambio de sillas, pintura externa e interna. Queremos que se generen otro tipo de actividades alrededor del estadio, tener un restaurante en la terraza que da a la Naciones Unidas, con ascensores, un museo; antes veremos si queda o no la pista atlética, dependerá de la certificación”.

Para la remodelación, “pediremos que haya intervención de opinión pública, Municipio y Gobierno”, considera al señalar que son obras de alto costo y el estadio debe seguir en manos de la Concentración si la escritura original lo indica así, sin concesiones o administraciones de otros.

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