Editoriales

Virus y desinformación

El único antídoto contra la histeria colectiva es la transparencia.

Las largas filas afuera de supermercados, farmacias y distribuidoras, gente aterrada ante cualquier sospecha de un cuadro gripal, hospitales saturados, escasez de mascarillas o alcohol y demás productos desinfectantes y, lo que es peor, datos contradictorios entre las mismas instituciones del Estado acerca del coronavirus solo pueden ser provocados por una pandemia tal vez más perniciosa: la desinformación.

Esto se habría podido evitar con campañas preventivas para que la ciudadanía sepa qué hacer ante la inevitable llegada de una enfermedad que ataca en varias partes del mundo. Se ha dicho que en Ecuador hay más de cien personas bajo observación, pero no dónde están ubicadas ni qué provincias tienen altos índices de sospecha. Otro enemigo que acecha y confunde son las redes sociales, donde pululan el rumor, las noticias falsas y la improvisación. 

Esta situación ha puesto en evidencia la errática comunicación del régimen, que no ha socializado un plan serio para evitar la desinformación. Al contrario, se ha visto improvisación al no coordinar acciones con los municipios y prefecturas que permitan tranquilizar los ánimos y evitar el caos. El único antídoto contra la histeria colectiva es la transparencia. Practiquémosla, para variar.