Con total cinismo
El escarnio público a veces es necesario para bajarlos de esa nube de cinismo y desvergüenza y aterrizarlos a la realidad
Ya ni siquiera se ruborizan. El quehacer de los políticos, salvo contadas excepciones, tiene al cinismo como su norte. Que una legisladora, nada menos que interpelante en el juicio político al presidente, haya aplaudido la continuación de un contrato que es motivo principal de la interpelación que ahora ella y otros impulsan es sencillamente impresentable. ‘Dar centros’ y ‘recibir centros’, lo que en el argot de la función pública se conoce como dar y recibir favores o algún beneficio a cambio de otro, es también la brújula de algunos políticos y funcionarios públicos.
Y así hay muchos en la función pública. Si entre sus valores personales no está el tener al menos un gramo de vergüenza cuando se trata de su gestión como servidores públicos, los ciudadanos tienen que recordarles que los escogieron para servir y no para servirse de su temporal investidura; para administrar de la mejor manera los recursos públicos y no para llenar sus bolsillos.
El escarnio por parte de la sociedad a veces es necesario para bajarlos de esa nube de cinismo y desvergüenza, y aterrizarlos a la realidad. La revocatoria del mandato es un derecho que los ciudadanos no pueden olvidar que tienen a la mano. Quienes no cumplen con sus funciones a cabalidad y responsabilidad no merecen ser llamados servidores públicos.