En la sombra de la cobardía
Los medios de comunicación y los periodistas cumplen normas básicas, como la contrastación, previo a difundir información, mientras que los ciudadanos replican cualquier dato, generando desinformación.
Las redes sociales, como el papel, aguantan todo. Insultos, calumnias, injurias, mentiras. Son, para algunos, como una cueva. Solapados en medio de la oscuridad y con un eco muy potente, pueden llegar a miles con un solo comentario, cobijados por el anonimato para ser un canal y replicar datos falsos.
Cualquiera puede redactar un mensaje de WhatsApp con información poco precisa o no verificada, sin firma de responsabilidad, y reenviarla a cientos de contactos y grupos. En breve, a la velocidad de una bola de nieve, se convertirá en una verdad. Bajo esta lógica operan los llamados ‘troll centers’, grupos de digitadores y replicadores de mensajes que trabajan para posicionarlos sin importar su veracidad. Asimismo, cualquiera, en esta época de la digitalización, puede caer en el juego de replicar mensajes sin ningún filtro. Los medios de comunicación y los periodistas cumplen normas básicas, como la contrastación, previo a difundir información, mientras que los ciudadanos replican cualquier dato, generando desinformación.
Hay que cortar de tajo estas prácticas. Todo mensaje de remitente desconocido -e incluso conocido- sin sustento debe ser considerado dudoso para no convertirse en mensajero de la cobardía en la que se escudan algunos para dañar.