#SíQueSonCorruptos

Gobernaron con propaganda y, ahora, estando en el olvido político, vuelven a recurrir a los eslóganes para amoldar la realidad y convencer lo que no fue: que ellos eran honestos’.

Es un eslogan repetido mil veces, que trata de convencer por reiteración lo que la realidad contradice. No fueron honestos, sino lo contrario. Los corruptos no eran los otros, sino ellos mismos. Tanto así que su propio mensaje es una trampa: si los corruptos fueron otros y lo tienen tan claro, ¿qué hicieron cuando estaban al poder contra los delincuentes?

El problema hoy no es que el eslogan pueda tener repercusión más allá de los que ya son fanáticos. Lo preocupante -aparte del cinismo con el que circula- es que su mensaje intenta volver a sembrar odio. Su estrategia siempre fue desacreditar a los medios de comunicación por la vía del hastío y la incredulidad. Es mucho más fácil desmentir al mensajero que presentar pruebas para tapar tantos indicios de irregularidades. Sí que fueron corruptos y sí que son corruptos, porque no tienen un caso aislado en su contra. Tienen decenas. Tienen a la cúpula de Gobierno en pleno manchada de corrupción.

Defender eso en los tribunales -locales e internacionales- es mucho más costoso y hasta inalcanzable que convencer a sus seguidores de que todos los demás mienten, menos ellos. Si todo es fraguado, debería ser muy fácil demostrarlo. Entre tanto, la prensa, la que pone nerviosos a los que engañan al ciudadano, seguirá destapando lo que no quieren que nadie vea.