Reforzar la salud pública

"La lección de estos días ratifica que lo que se presupuesta para la salud pública no es gasto, es inversión".

Se repite en estos días que cuando retorne “la normalidad”, el mundo será distinto al que hasta ahora conocemos. Que tendrán que hacerse cambios profundos, es indudable, pero sería un desastre retornar a las situaciones que la COVID-19 ha revelado insoportables. En efecto, no se puede considerar normal ser un Estado sin un Sistema Nacional de Salud, digno del nombre; restablecerlo como es debido y a la luz de las experiencias vividas, es una obligación del porvenir. Cabe para dicho propósito reflexionar sobre lo declarado por el ministro de Salud respecto a su voluntad de fundir el IESS con el MSP. Ello no es constitucionalmente posible. Lo que ahora puede hacerse es establecer una coordinación que nunca debió perderse. Otra consideración trascendente, dadas las estrecheces de la economía, de estos y de los días que vienen, debe ser tratar de superar el falso dilema que surge cuando se intenta priorizar entre salud y economía. Un académico norteamericano, experto en políticas sanitarias, Ted Schrecker, resume las consecuencias de no esclarecer el tema: “se podría organizar un populismo diferente en torno al simple grito de: ¡Barack, nos estáis matando!” Obviamente, superar esta anómala situación requiere como primer paso, reconocerla. Sería necio no hacerlo cuando la COVID lo muestra.