Quito, golpe tras golpe
La inseguridad avanza impunemente en detrimento de la actividad comercial y el normal desenvolvimiento de la población
La nueva realidad de las ciudades ecuatorianas, con situaciones más graves en Guayaquil y Quito, es que la delincuencia no se da solo en sectores que siempre han sido considerados conflictivos. Hoy el peligro está presente en cualquier zona, incluso en aquellas otrora seguras, y que tradicionalmente han acogido al turismo, o donde se desarrolla la actividad financiera-empresarial.
En el caso particular de la capital, pese a que los actos delictivos aumentan en forma exponencial, Quito no ve crecer proporcionalmente a ese incremento el personal policial necesario para contrarrestar la criminalidad. Por el contrario, los ciudadanos que son víctimas del hampa acuden a las UPC solo para descubrir que están cerradas, pues abren
intermitentemente o están abandonadas. La notoria ausencia o escasez de policías favorece la perpetración de delitos, y la falta de equipamiento y dotación de armas impide su acción efectiva.
La inseguridad avanza impunemente en detrimento de la actividad comercial y el normal desenvolvimiento de la población, que se recluye ante la indefensión. Mal puede resurgir la economía cuando tiene que afrontar un golpe tras otro.
Quito salió del vandalismo de octubre de 2019 al confinamiento por la pandemia y hoy sucumbe ante la delincuencia.