Planificar para actuar
Los ediles de los balnearios ecuatorianos deberían seguir el ejemplo de otras ciudades del mundo, trabajar siguiendo un plan de desarrollo urbano sostenible y canalizar adecuadamente la inversión pública...
La reciente intención de comercializar con terrenos casi a orillas del mar en el cantón Santa Elena lleva a cuestionar la capacidad, en todos sus sentidos, de algunos alcaldes de ciudades costeras. Su atractivo natural, bien canalizado, es un motor para el turismo local, pero en Ecuador parecen primar las ansias de obtener réditos políticos y electorales de las autoridades en funciones, antes que el verdadero progreso de las comunidades, dando paso a que se construya cualquier tipo de edificación, sin importar su eficiencia o conveniencia. En Salinas, por ejemplo, no hay temporada de aguaje en que el mar no se levante por sobre el muro de contención del malecón, pasando la calle y llegando incluso a la entrada de los lujosos condominios que allí se levantan. El alcalde que en su momento ejecutó esa obra no consideró los movimientos de marea y que lo mejor hubiese sido ubicar los edificios y el malecón más alejados del mar, para evitar la corrosión de sus estructuras.
Los ediles de los balnearios ecuatorianos deberían seguir el ejemplo de otras ciudades del mundo, trabajar siguiendo un plan de desarrollo urbano sostenible y canalizar adecuadamente la inversión pública, de modo que sus localidades sean atractivas para los capitales privados y a la vez se genere bienestar para la comunidad.