Perú marca una ruta
Utilizar el poder de la ley para abusar o para responder a intereses propios o de terceros es el camino a la impunidad
La extradición de un expresidente de Perú desde Estados Unidos para someterse a la justicia de su país es un aire fresco en la región, sobre todo para aquellos países donde la impunidad campea, donde expresidentes investigados o sentenciados por malversar los fondos públicos gozan de libertad cobijados por otras naciones.
Las instituciones del sistema judicial ecuatoriano deben seguir ese ejemplo sin excesos como los que puede cometer una Fiscalía prevalecida de poderes para guardar por años investigaciones sin que los ciudadanos puedan conocer si existen o no delitos de por medio. Justicia, sí; pero sin abusos de ningún lado. No hay que olvidar que sobrepasar los límites puede acarrear otros procesos judiciales, incluso internacionales.
La labor judicial debe ser pulcra. Sin agendas propias. Sin compromisos con nadie, solo con la ley y con los ciudadanos. Utilizar el poder de la ley para abusar o para responder a intereses propios o de terceros es el camino a la impunidad. Si el ejemplo de Perú tiene un mensaje, es que nadie está por sobre la ley. Aquellos que quieran saltarla, simplemente no merecen la confianza ciudadana. No son dignos de llamarse políticos. Solo merecen el repudio y la desconfianza de la sociedad.