El parque del Centenario

"Pareciera perdido el respeto por la memoria histórica y el valor de los símbolos que nos dan identidad"

El presente editorial tendrá el dulce sabor de la añoranza para muchos de los fieles lectores de EXPRESO. Los guayaquileños, especialmente, y también los que llegando de otras tierras pronto aprendieron a amar a la ciudad de Octubre, sentirán eso que define a la nostalgia como dolor de nosotros mismos.

En efecto, genera desasosiego la indolencia con que se tolera que el parque mayor de Guayaquil, el de más elevado simbolismo emblemático, aquel donde estudiaron hasta altas horas de la madrugada, sin sentir miedo, muchos profesionales porteños, ahora sea un lugar que se evade transitar, de día o de noche, o porque es un riesgo el ser asaltado, o para evitar el asedio de la prostitución, que también se ha tomado sus alrededores.

Es una paradoja intolerable que la Columna de los Próceres, la columna de la libertad, esté prisionera de los malvivientes que desestimulan atravesar esta plaza que antes era un privilegio urbano para aquellos que debían caminar por el bulevar Nueve de Octubre.

Y es increíble que lo aquí reseñado ocurra teniendo la Casa de la Cultura y el Palacio de Justicia de un lado y la Zona Militar del otro. ¿Hasta cuándo?