Las obras Penélope

Una nueva promesa se ha incorporado en los últimos años a este listado imperecedero: el Metro de Quito.

En Ecuador los ofrecimientos de hacer realidad obras que pongan fin a los grandes problemas que afrontan sus comunidades, se diluyen en el tiempo hasta que terminan por desvanecerse o convertirse en parte del paisaje. 

Ya son generaciones las que han crecido escuchando que ya se va a dragar el río Guayas, o que no pasará un año más sin que Durán tenga agua potable. Una nueva promesa se ha incorporado en los últimos años a este listado imperecedero: el Metro de Quito, incorporando a los capitalinos al club de la espera eterna en el que los habitantes del Guayas estrenaron membresía hace varias décadas. 

Tal como Penélope engañó a sus pretendientes diciéndoles que aceptaría a uno de ellos cuando terminase el sudario que tejía durante el día y destejía en la noche para de ese modo no finalizarlo jamás, así van ilusionando las distintas autoridades que van heredando las promesas del dragado, del metro y del agua potable a los ingenuos ciudadanos con estas historias sin fin, que nunca llegan a concretarse.

Las autoridades competentes tiene el deber legal y moral de iniciar sin más dilaciones estas tres obras que tanto se necesitan para mejorar la calidad de vida de la población. Deben tomar acción con urgencia y dejar de lado el cuento del gallo pelón.