Matriculación caótica
Ya es hora de que en el país se instaure la cultura del buen servicio y para ello se requiere no solo presupuesto o reglas claras
Los quiteños han vuelto a vivir en los últimas semanas el caos de la revisión y matriculación vehicular, entre pérdida de tiempo y las multas que les genera la falta de organización y gestión de autoridades ineficientes. Es un proceso que se repite todos los años, pero que en lugar de eliminar errores, los agrava con el tiempo.
Si se quiere recaudar, lo más sensato es que se garantice un buen servicio, pero por lo visto eso no ha sido una prioridad para las autoridades. La Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) ha vuelto a estar en el blanco de críticas por los problemas que se generan por un trámite tan elemental: largas horas de espera para solo hallar un turno y cumplir con el control, y un pésimo sistema que impide hacer pagos con tarjetas de crédito o débito, mecanismo recientemente anunciado pero que no ha funcionado.
Es sin duda un trámite que cansa y molesta pues la autoridad de tránsito ha tenido 365 días para corregir un sistema que debe empezar por dar mayor orientación previa al ciudadano sobre el trámite y a la vez contar con una mayor capacidad técnica y física para que con cada convocatoria no renazca el caos. Ya es hora de que en el país se instaure la cultura del buen servicio y para ello se requiere no solo presupuesto o reglas claras, sino voluntad para implementar un cambio real.