De luto y acongojados
Se vienen momentos muy duros en el país, porque está quebrantado el ánimo de las personas, que han perdido el derecho a la libertad de expresión
El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio fracturó la democracia y tiene de luto a la población, enmudecida por el dolor y el miedo, que aún no termina de asimilar un ataque cuando llega otro para sembrar el terror y quebrantar su voluntad.
El 9 de agosto marca un antes y un después en la historia del país, que no se ha querido ver cuando ocurrieron los crímenes de servidores hospitalarios y autoridades locales, como el alcalde de Manta o el ataque fallido al alcalde de Durán y de otros cientos de ecuatorianos, que incrementan diariamente las cifras de la violencia criminal en el Ecuador.
Todos somos culpables (autoridades instituciones, empresas y pobladores), unos más y otros menos, porque hemos mirado a otro lado cuando las redes de corrupción y las mafias criminales, coludidas, han atacado la economía del país, elevando los índices de pobreza, de desempleo y de violencia extrema.
Se vienen meses durísimos porque hemos perdido el derecho a la movilización y a la libertad de expresión. El ánimo de las personas está afectado porque lo que ocurre en el país, que ya vivieron Colombia y México, solo puede cambiarse con la ejecución de un plan integral de seguridad, que una a todos en una lucha común por la seguridad, la paz y la prosperidad.