La lección del elector

Los electores dieron una muestra de valentía  a los grupos criminales: el miedo no tiene cabida en el Ecuador

La paz venció ayer. Indistintamente de los resultados, la jornada electoral transcurrió sin actos de terrorismo que la empañen y copen los titulares de los medios de comunicación. Ha sido, sin duda, el proceso electoral más violento y con más incertidumbre, al menos de los últimos veinte años, por los asesinatos de un candidato presidencial y uno a la Asamblea Nacional, un alcalde en funciones y un funcionario municipal de Durán. Todos los crímenes se registraron dentro de la etapa de campaña electoral.

El miedo estuvo a flor de piel en los votantes y los candidatos. No obstante, el civismo pudo más y pese al temor de que fuera a suceder algún inconveniente, los ciudadanos madrugaron para ejercer su derecho al voto. Los electores dieron una lección a todas estas bandas criminales: que el miedo no tiene cabida en el Ecuador. El voto es el poder que tienen los ciudadanos en una democracia. Y si la intención de estos grupos era que los votantes se quedasen encerrados en sus casas, no lo lograron.

Quien quiera que sea el futuro presidente del país, que asuma con la misma valentía con la que los ciudadanos la han asumido en las urnas, la lucha contra la inseguridad y el crimen organizado. La intención es infundir miedo, pero de cada habitante depende que no se deje intimidar.