Investigar tiene precio
El periodismo investigador es para un país más necesario que la charlatanería vacía y, cada día, es más valorado por todos. Por los lectores. Que son los que consumen información y los que saben quién les engaña
Se implantó hace una década un sistema de propaganda oficial en Ecuador que chocaba cada día con los titulares de los periódicos. Los medios, siempre tildados de mentirosos, eran constantemente atacados. No por sus audiencias, que son sus verdaderos jueces. Sino por los poderosos. Los que siempre han preferido que hablen bonito de ellos, aunque no sea verdad. Los que adornan sus promesas de campaña con ofrendas que son irrealizables o que, siendo ejecutables, nunca tuvieron realmente en agenda. Los que, obviamente, prefieren que nadie destape su ineficiencia, su mal manejo de recursos públicos y su esterilidad en la resolución de los problemas ciudadanos.
Desde que se implantó esa fórmula, ha sido aprovechada siempre por los políticos y poderosos del mismo perfil. Los que se aferran a los cargos y los que son incapaces de autoevaluarse sobre si han cumplido o no con sus mandantes.
A la propaganda se responde con verdad. A las amenazas, con más trabajo valiente. Y a los insultos, con la indiferencia. El periodismo investigador es para un país más necesario que la charlatanería vacía y, cada día, es más valorado por todos. Por los lectores. Que son los que consumen información y los que saben quién les engaña.