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Abelardo García Calderón | Muros: ¿barrera o protección?

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La idea esencial es cuidar, es armar un ambiente seguro en el que la paz y el respeto sean partes de ese entorno

Hace ya algunos años, un arquitecto extranjero que desarrollaba proyectos urbanísticos por la zona en la que estamos instalados con el IPAC, me decía: “¿cómo usted, teniendo un colegio tan lindo, lo esconde con esas cercas?”.

Años más tarde, un presidente de la República decía soñar con los colegios suizos y su arquitectura: sin ningún tipo de barrera, rodeados por verdes campos de césped, única señal territorial de esas instituciones; preguntándose por qué las nuestras no eran así.

En ocasiones, las dichosas cercas se vuelven hasta problema social comunitario. Hace meses, vecinos del colegio Benalcázar de Quito se quejaban por la construcción de una, y es que solo los que estamos y vivimos dentro de esas cercas sabemos por qué son buenas y por qué son necesarias. La transparencia que se busca, en ciertos casos, puede resultar un riesgo, una seria complicación.

De hecho, cerramientos con relativa opción visual existieron. Una de las cercas más bonitas que recordamos fue la del colegio Nuestra Madre de la Merced, en la Av. Kennedy, que, por supuesto, el tiempo y las aguas obligaron a blindar. Y es que debemos, quienes hacemos educación, proteger en todo sentido a nuestros alumnos. Hay depravados, exhibicionistas, gente que se acerca con malas intenciones o intentando regalar sustancias extrañas. Por ello, entre nosotros, las cercas son necesarias.

La idea no es esconder a los alumnos, como muchos dicen, ni tampoco impedirles comprar cosas que se venden en la calle, como mencionan otros. La idea esencial es cuidar, es armar un ambiente seguro en el que la paz y el respeto sean partes de ese entorno.

Claro está que caminar por fuera de esos muros, en algunos casos, es molesto e inquietante, pero entre salvaguardar al niño y causar molestias a los transeúntes, la decisión no tiene duda.

Cuando veamos esos altos muros rodeando escuelas y colegios no nos preguntemos qué esconden y qué no nos quieren dejar ver. Preguntémonos: ¿a cuántos protegen?, ¿a cuántos cuidan y salvaguardan de impactos sociales no deseados, esas paredes que nos parecen molestas?