Editoriales

El futuro, después

No se trata de que niños y jóvenes sean los primeros en volver a clases, pero sí de que Educación haya metido a la educación en los protocolos de reactivación desde el primer momento.

Que los niños son el futuro, que la educación es la semilla que se siembra hoy del país que se quiere mañana, que la formación debe ser una prioridad... Con tanta claridad con la que se asienta la importancia de la educación, sorprende ver que el regreso a clases no haya sido incluido desde el primer momento en los planes de reactivación nacional tras los meses de parón por la emergencia del coronavirus.

No quiere eso decir que los niños y los jóvenes debían ser los primeros en volver a las escuelas, colegios o universidades. No. Lo que es inquietante es que la reactivación educativa no haya sido considerada desde el día 1 en que se planificaba el protocolo de reincorporación de otros sectores. El comercio, el transporte público, las cadenas exportadoras... ¿Y la educación?

No basta con haber dispuesto -bastante insatisfactoriamente, por otra parte- que los estudiantes se acogerán a la modalidad a distancia a través de internet, de la televisión o de la radio. Mucho menos sabiendo que Ecuador no es un país donde la teletransformación de todo -del trabajo, de los trámites, de las reuniones, de las ruedas de prensa, de las consultas médicas- es viable. Ni en las ciudades, por saturación, ni en las zonas rurales, por falta de alcance.