Una función de circo
Los partidos y movimientos políticos que designan a sus candidatos deberían aplicar un filtro mínimo
El debate electoral del pasado domingo, lejos de presentarse como un escenario que arroje luz sobre los planes de los candidatos presidenciales, terminó siendo un circo político por los discursos superficiales y las respuestas jocosas o incongruentes que terminaron en memes. Un desacierto que, en definitiva, es un fiel reflejo de la calidad de candidatos que tenemos.
En el ‘show’ pasado fue evidente la falta de preparación de más de uno. Los partidos y movimientos políticos que designan a sus candidatos deberían aplicar un filtro mínimo, medido no solo por el conocimiento que pueda tener el postulante sino por su nivel de vocación para servir a otros. Si los partidos o sus propios simpatizantes insisten en elegirlos, es deber de quien se postule analizar, con base en sus capacidades, si deben aceptar o no. A nadie le gusta ser el hazme reír del país. ¿O sí? No hacerlo es mostrar total irrespeto a la esperanza de los ciudadanos de hallar mejores líderes que nos representen. Pero también es hacerle daño a la imagen del país. Sin duda, el debate transcendió las fronteras. A él no solo se conectaron ecuatorianos, sino también catedráticos, inversores extranjeros y analistas de la televisión internacional, que con este episodio pudieron forjarse una idea de quiénes podrían gobernar el país y qué consecuencias podría tendría en el manejo económico.