Editorial: Hechos y no palabras

Si el periodismo es fundamental para fiscalizar y observar al poder público, ¿por qué nadie reacciona cuando se quiere atacar a ese pilar fundamental?

Las frases, algunas algo líricas, de los políticos y figuras de la sociedad civil cuando se refieren a la libertad de expresión siempre quedan en eso: en palabras. El silencio -por decir lo menos- extraño es el que inunda el ambiente cuando existe un serio riesgo a la esta libertad y nadie dice nada. Ni asambleístas, ni excandidatos presidenciales, ni líderes gremiales, ni el mismo Gobierno han emitido una sola sílaba sobre el amedrentamiento de un prófugo de la justicia hacia medios de comunicación y periodistas con demandas por supuesto daño moral por el único delito de hacer su trabajo: el de informar.

Si los medios de comunicación son el pilar de la democracia y si el periodismo es fundamental para fiscalizar y observar al poder público, ¿por qué nadie reacciona cuando se quiere atacar a ese pilar fundamental para el equilibrio del poder? Al parecer solo es un golpe de pecho cada 5 de enero, Día del Periodista Ecuatoriano; y cada 3 de mayo, Día de la Libertad de Expresión.

La defensa de un derecho es incondicional. Sería lamentable que ahora los medios de comunicación deban consultar a los narcotraficantes y corruptos si pueden o no publicar fotos de ellos en piscinas. Eso, definitivamente, ya no sería libertad.