Las ciudades que merecemos

La gestión de los alcaldes y prefectos que llegan a reemplazar a sus antecesores deben hacer renacer la esperanza en Ecuador 

La próxima posesión de las nuevas autoridades seccionales no debe ser vista como un simple acto político. Su llegada al poder local debe conllevar un despertar de todos los ecuatorianos para exigir que se cumpla con cada promesa de campaña, pero bajo una gestión transparente y pulcra.

La gestión de los alcaldes y prefectos que llegan a reemplazar a sus antecesores, debe hacer renacer la esperanza de que en Ecuador sí es posible tener administraciones competentes y eficientes. No podemos seguir permitiendo que los fondos locales sean dilapidados, ni en las ciudades más grandes del país ni en las más remotas como Pindal, en Loja, donde su alcalde recién electo, sin desparpajo, llegó ya a referirse a los porcentajes que puede llevar “para su bolsillo” con la contratación de obras. Esta realidad debe desmontarse y para ello no solo se requiere del control ciudadano sino el de autoridades que deben auditar no únicamente la gestión que inicia, sino la que sale, cuando evidencia una mala labor, con acumulación de deudas a sus mandantes. Los recientes juicios ganados por un guayaquileño ante la irregularidad y abuso de cobros con radares marca el precedente de que los derechos ciudadanos también se los gana peleando, reclamando, exigiendo las ciudades que merecemos.