Ciudades sin ciudadanos

Es urgente que la ciudadanía organizada contribuya con vigilancia cercana, a controlar el hacer y deshacer de sus autoridades municipales’.

Una paradoja derivada de la flaca condición democrática a que se ha visto reducido el Ecuador, como producto del desafortunado esfuerzo de una década sembrando un abyecto y corrupto totalitarismo, es la debilidad que ahora es visible en lo nacional y en lo local, en lo institucional y en lo individual, en lo colectivo y en lo personal. Somos, y será largo y tedioso reconstruirlo, ciudades sin tejido social, sin partidos políticos que han aglutinado afiliados pero no han formado ciudadanos, con membretes de sociedad civil organizada pero sin ninguna incidencia trascendente en el quehacer cotidiano. Hemos vuelto a “una vida municipal y espesa” pero a las ciudades las ofenden, las asaltan y se roban su patrimonio sin reacción ciudadana.

El reciente caso en el Municipio de Quito es un buen ejemplo de la ausencia de los ciudadanos, salvo excepciones minúsculas, durante momentos trascendentes para la vida de la ciudad capital. Igual ocurre con la toma que sin mayores resistencias ha hecho el crimen organizado de nuestras ciudades, sin la correspondiente reacción ciudadana que todo lo espera de sus autoridades. Como ese estado de cosas no puede continuar es urgente procurar el despertar de lo cívico y que los ciudadanos apoyen y reclamen las acciones y las omisiones de sus municipios.