Editoriales

Ciudadanía, espacio público y participación

"Ni siquiera cabe el debate: las aceras son para que la gente camine con seguridad y no para llenarlas de
obstáculos"

El afán por ser parte es connatural con la condición humana. Instituciones fundamentales como la democracia, en su largo devenir, al irse acomodando a cada tiempo decidieron distinguirse añadiendo calificativos diferenciadores. Así, se escucha promover a las democracias radicales, esto es de raíz, vinculadas al demos, o las tautológicas democracias populares.

En efecto, cobra fuerza una gran voluntad participativa, que quiere involucrar los ciudadanos a las decisiones de la vida pública, especialmente a las que más directamente le incumben o le son más cercanas: las tomadas en las administraciones locales.

Por ello, uno de los mejores instrumentos de su gestión es la planificación participativa. Sin participación ciudadana, la planificación no existe con validez respetable, ni en lo local ni en lo nacional; incluso en lo regional.

En consonancia con lo expuesto, Martí predicaba: “el municipio es la pedagogía de la libertad”. En el ámbito local se aprende a defender el espacio público.

Resulta inaceptable por tanto, que se lo comercialice, atentando contra derechos ciudadanos y la estética.