Carreteras que rezagan

Los gobiernos pasan, pero el problema de no contar con buena infraestructura queda y se agrava

Ecuador se ha quedado anclado en el pasado. Solo basta con ver el grave estado de sus carreteras: vías estrechas, deterioradas, con obstáculos u obras emergentes, que no son otra cosa que medidas parches para tapar la gestión de gobiernos ineficientes.

Es inexplicable y vergonzoso que en este país, después de cuatro décadas, aún siga siendo imprescindible usar un puente ‘bailey’ para cruzar trayectos claves para la economía, como la vía Guayaquil-Machala. O que en pleno siglo XXI, los casi 198 kilómetros que separan al Puerto Principal de Cuenca deban recorrerse hasta en 4 horas y con el miedo repetitivo de quedar atrapados por derrumbes o, lo que es peor, hallar la muerte.

Los gobiernos pasan, pero el problema de no contar con buena infraestructura queda y se agrava, porque ninguna administración, incluyendo la actual, ha sido capaz de hallar una solución real. El presidente aún está a tiempo de declarar en emergencia la red vial, para emprender obras que generen bienestar colectivo y empleo, sin que esto signifique abrir grietas por donde se infiltren intereses políticos y hechos de corrupción. Con carreteras como las que tenemos, inseguras y en malas condiciones, no se puede impulsar el turismo ni tampoco el desarrollo productivo que tanto nos urge.