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Xavier Flores | El número de los representantes

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Por seis Constituciones y 30 años, la representación se hizo como si Ecuador estuviera compuesto por tres Estados federados

José Félix Valdivieso, el derrotado cuando enfrentó a Flores en 1835 y el derrotado cuando defendió a Flores en 1845, fue el alcalde de Quito a partir del 25 de mayo de 1822 por haberlo designado el militar venezolano Antonio José de Sucre tras su victoria en la batalla del Pichincha. En esta calidad, Valdivieso convocó a una asamblea de representantes de Quito, que se celebró el 29 de mayo.

Ese día, la asamblea aprobó un acta que empezaba así: “En la ciudad de San Francisco de Quito, capital de las provincias del antiguo reino de este nombre…”, pero, en rigor, cada provincia española que conformó el reino de Quito, para su administración tenía cada una su propia Gobernación y su propia capital. La provincia española de Guayaquil (Gobernación desde 1763) tenía su capital en Guayaquil; la provincia española de Cuenca (Gobernación desde 1777) tenía su capital en Cuenca. A mayor inri, la vez que Quito quiso imponerse, en agosto de 1809, como la capital frente a sus provincias vecinas (Guayaquil y Cuenca, y además Popayán), estas no lo consintieron. La guerrearon y se impusieron.

Pero esa premisa falsa era necesaria para el primer punto del Acta, que fue declarar a las provincias “que componían el antiguo reino de Quito como parte integrante de Colombia bajo el pacto expreso y formal de tener en ella la representación correspondiente a su importancia política”. Los representantes quiteños se arrogaron la írrita potestad de integrar a Colombia de una forma inconsulta a la provincia de Guayaquil (porque para el caso de Cuenca resultaba superflua la declaración, pues la provincia de Cuenca se había incorporado a la República de Colombia el 11 de abril de 1822). Y procuraron que Colombia le reconozca a Quito una “representación” que corresponda a “su importancia política”.

Lo dicho por Quito fue irrelevante para Guayaquil, por lo que Simón Bolívar debió venir a esta ciudad por primera vez, acompañado de 1.300 soldados colombianos, para cesar a la Junta de Gobierno de Guayaquil e imponer la anexión de la provincia a la República de Colombia el 31 de julio de 1822. Las tres provincias, convertidas ahora en departamentos de Colombia, conformaron su Distrito del Sur.

Cuando se separó de Colombia el Distrito del Sur en 1830 para conformar el Estado del Ecuador, Quito buscó lo mismo: una “representación correspondiente a su importancia política”. De las tres antiguas provincias españolas, Quito era, por mucho, la más poblada. El número de los representantes en el Congreso, alegaban en Quito, debía hacerse en función de la población. Como en 1809, Guayaquil y Cuenca no quisieron, y se impusieron.

Por seis Constituciones y treinta años, la representación se hizo como si el Ecuador estuviera compuesto por tres Estados federados, es decir, con una estricta igualdad en el número de los representantes (a este efecto, seguían siendo unos departamentos colombianos).

Esto lo cambió el guayaquileño más querido en Quito, Gabriel García Moreno. Desde la Constitución de 1861 se determinó que el cálculo de los representantes se iba a hacer con base en el número de habitantes en cada una de las trece provincias que integraban el Estado en aquel tiempo. Y así es desde entonces.