Xavier Flores Aguirre | Una resolución ante la muerte
 
                El notario Cabrera se dio cuenta de la inminente caída. Por eso el 24 de octubre viajó a la capital de la República
Se cumplieron los veinte años de la muerte del notario Cabrera en un hotel de la capital de la República, ocurrida el 26 de octubre de 2005 en una madrugada plagada de excesos. Pero Cabrera no era un hombre de la noche; era un circunspecto caballero que ofrecía el negocio de recibir depósitos por encima de los diez mil dólares y devolver unos intereses fabulosos. Y el negocio fue boyante para todos (para Cabrera y los depositantes) hasta que a fines del 2005 dejó de ser boyante. Y ahí fue cuando el circunspecto notario Cabrera emprendió el camino a la madrugada en la que ocurrió su muerte.
El notario Cabrera recibía los depósitos en un edificio ubicado en el centro de la ciudad de Machala. Los depositantes sumaron unas 31.000 personas, entre ellas varias altas autoridades civiles y militares; por lo menos unos 3.500 efectivos de las Fuerzas Armadas y unos 500 policías (el número de efectivos de las Fuerzas Armadas involucrados representó alrededor del 10 % de la institución.
El ‘affaire’ Cabrera causó la destitución de parte de la cúpula militar). Se calcula que en esta ‘banca’ paralela e ilegal que era la Notaria II del cantón Machala, a cargo de Cabrera, se movieron alrededor de ochocientos millones de dólares a vista y paciencia de los organismos de control. Porque en este país que exhibe una tradicional ineficacia (establecida en 1830) para el control del territorio y para cualquier otro propósito útil, estos organismos de control no iban a ser la excepción.
En sus trazos gruesos, lo que hizo el notario Cabrera tiene una explicación sencilla. Se llama esquema Ponzi y consiste en atraer a unos inversores bajo la promesa de un pronto y jugoso retorno de su inversión, pagándole a los primeros participantes en el esquema utilizando los recursos que aportan los nuevos inversores.
Esta operación prescinde de una actividad económica real y en ella tal vez participen recursos provenientes de negocios ilícitos, como el narcotráfico.
Un esquema Ponzi funciona mientras no disminuya el número de nuevos inversores o no aumente la demanda de devolución de los recursos invertidos. Pero cuando se cruza un cierto umbral de disminución o de aumento, el esquema Ponzi se vuelve insostenible y se cae.
El notario Cabrera se dio cuenta de la inminente caída. Por eso el 24 de octubre viajó a la capital de la República.
Unos días después de la muerte de Cabrera, un periodista radial informó de la inminente caída. Cundió el caos en Machala y se tomó por asalto la Notaría II por una turba en la que hubo militares y policías, que formó un espectáculo grotesco de gente enloquecida por el dinero, causando destrozos y robándose los unos a los otros.
Que tantos funcionarios públicos hayan participado de una actividad a todas luces ilegal, que nadie desde los organismos de control haya hecho un mínimo esfuerzo por controlarla y que la oficina del notario Cabrera haya sido el segundo ‘banco’ del Ecuador por el volumen de depósitos: todo esto dice mucho (realmente habla horrores) de la derrotada institucionalidad ecuatoriana.
El día que se dio cuenta de que su esquema Ponzi no daba para más, ese fue el día que el notario Cabrera tomó una resolución ante la muerte. Salió a buscarla.
 
     
     
     
    