Xavier Flores Aguirre | La Cenicienta de Colombia
A este Ecuador no le fue preguntado si quería pertenecer a la República de Colombia
El historiador David Bushnell, en un libro de historia de Colombia (Colombia. Una nación a pesar de sí misma), define la situación del Ecuador como parte de la República de Colombia (1822-1830): “Ecuador era en realidad la Cenicienta de la Gran Colombia: ningún ecuatoriano había ocupado un puesto importante a escala nacional, no había ninguno que fuese general e incluso eran escasos sus coroneles”.
A este Ecuador no le fue preguntado si quería pertenecer a la República de Colombia. Es necesaria una aclaración: decir ‘Ecuador’ es decir un anacronismo porque ‘Ecuador’, como Estado, surgió recién en 1830. Lo que se integró a la República de Colombia en 1822 fue la Audiencia de Quito. El Congreso Constituyente celebrado en Cúcuta en 1821, que aprobó la creación de la República de Colombia, decidió que el territorio de la Audiencia de Quito pertenecía “naturalmente” al Virreinato de Nueva Granada. En este Congreso no participó ningún ‘ecuatoriano’.
El artículo 6 de la Constitución de Cúcuta dispuso que el territorio de Colombia comprendía “el antiguo virreinato de la Nueva Granada y Capitanía General de Venezuela”. Y especificó, en su artículo 7, que los pueblos de esos territorios “que están aún bajo el yugo español, en cualquier tiempo en que se liberen, harán parte de la República”.
Después de la entrada en vigor de la Constitución de Cúcuta, Quito y Cuenca fueron liberadas por tropas comandadas por el venezolano Antonio José de Sucre y empezaron a formar parte de la República de Colombia. El caso de Guayaquil era muy distinto, porque ella se había independizado y estaba administrada por un gobierno republicano desde 1820, antes de la entrada en vigor de la Constitución de Cúcuta. Además, no le debía su independencia ni a colombianos ni a peruanos. Por eso, la provincia de Guayaquil quería decidir su destino en libertad, a través de sus representantes reunidos en Colegio Electoral.
Pero como explica el historiador Bushnell: “Bolívar, que había asumido el control de la sierra ecuatoriana, no podía permitir que la costa tuviera una capacidad de decisión libre y por eso prevaleció la anexión a la Gran Colombia”. Así se la integró a la Audiencia de Quito a la República de Colombia: sin contar son su voluntad, o incluso, en contra de su voluntad.
Durante este período colombiano, en 1824, el Congreso de Colombia aprobó una Ley de División Territorial. Cuando el Distrito del Sur (es decir, lo que sería el Estado del Ecuador) se separó de la República de Colombia en 1830, se perdió buena parte de la Audiencia de Quito (una enorme extensión de territorio al norte del río Carchi, hasta Popayán), porque se quedó como parte de Colombia. El Estado del Ecuador quiso recuperar ese territorio a través de una guerra ocurrida 1832, pero perdió. Y las cosas quedaron según la ley de 1824.
A la Audiencia de Quito se la integró a la República de Colombia sin contar con su voluntad, o incluso, en contra de su voluntad; durante su permanencia, se la trató como a una Cenicienta sin opción a baile real; finalmente, tras su salida, perdió una importante porción de territorio.
Así nació el Estado del Ecuador: un territorio muy desmejorado tras su paso por Colombia.