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Paternidad: oficio, tarea y contraparte

Avatar del Willington Paredes

Ellos dieron todo aunque hoy los hijos no honran su memoria, solo aparecen para disputarse la herencia!

La paternidad es realidad genética psicosocial, económica y cultural. Se aprende y asume en lo social. Es material-espiritual y afectiva. Es presencia, ausencia y abandono. Se refrenda día a día. Es de entrega y autoafirmación; a veces es exigida, buscada y demandada. El oficio es inacabado. Se adecua y cambia. Se cultiva como deber porque “Caminante, son tus huellas/ el camino y nada más; / Caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar./ Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar…” (Antonio Machado).

El “Ser” del padre y el ser padre tienen múltiples historias, creadas por la afirmación de ser solo proveedor e indiferente, sin autenticidad, por estar ausente e indolente. Es también una historia de sufrimiento. Tiene una contraparte: hijos que muchas veces hacen y tejen horribles e infames relatos de olvido, exclusión, insensibilidad y abandono al progenitor que entregó esfuerzo, años-trabajo, sacrificio y vida para que sus hijos lleguen a ser lo que son. Y es que detrás de la historia de los padres está escrito con letras amargas “olvido y abandono de los hijos”. Esa ingratitud es innombrable. Es traición a la creación y la evolución; negación perversa y huella del deber no cumplido por los hijos. Está llena de soledad, angustia, dolor, desolación, lágrimas y muerte. La pandemia redescubrió esas historias. No se cuentan ni salen en TV o en noticias. Son crónicas olvidadas, no escritas, conocidas y no contadas. Incluso, no se quieren oír ni creer. Están repletas de sufrimiento y dolor de abuelos y padres confinados a cuatro paredes o abandonados a su suerte (y muerte). Pero al partir este, se disputan como pirañas lo que ese hombre hizo con trabajo, esfuerzo y honradez. Salen como gallinazos tras la muerte de quienes siempre fueron padres y abuelos olvidados, excluidos, no buscados ni valorados. Por eso la paternidad, como historia social, también tiene la otra cara de la moneda, que es desolación, abandono, exclusión y soledad. ¡Benditos los padres e hijos responsables que cumplieron tejiendo bien la ruta y el camino. Ellos dieron todo aunque hoy los hijos no honran su memoria, solo aparecen para disputarse la herencia!