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Carlos Emilio Larreátegui | 'Homo nexus'

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El ser humano que es capaz de sobrevivir -y prosperar- en un mundo en constante transformación tecnológica

La pintura más famosa del mundo, el diseño más preciso de las proporciones humanas, el primer aparato técnicamente capaz de volar. ¿Es posible que todas estas creaciones sean obra de una sola persona? Sí, y sospecho que ya intuyen a quién me refiero. Hablamos de la Mona Lisa, el Hombre de Vitruvio y el ornitóptero: todas obras de Leonardo da Vinci, el hombre que encarna la quintaesencia del Renacimiento.

Esa época de la historia dio forma al primer ideal del hombre de estudio: el ‘Homo universalis’, quien aspiraba a un conocimiento amplio y multidisciplinario. Durante casi tres siglos, este fue el modelo a seguir, dando lugar a algunas de las mayores obras de la humanidad, como la ya mencionada Mona Lisa o el Duomo de Florencia, cuya cúpula fue la más grande de su tiempo.

Todo cambió con la llegada de la Revolución Industrial, que, inspirada en la teoría de la división del trabajo de Adam Smith, dio lugar a un nuevo modelo de ser humano: el hombre hiperespecializado. Piensen en la planta de ensamblaje de Henry Ford, donde una persona colocaba el mismo tornillo en el mismo lugar, una y otra vez, todos los días de su vida. Ese modelo -el ‘Homo unicus’- se impuso también en las más altas esferas del conocimiento. Los académicos comenzaron a aspirar a un saber profundo, pero limitado a un solo campo. Este paradigma ha perdurado por más de un siglo y sigue siendo dominante hoy.

Este modelo nos despojó, poco a poco, de lo que nos hace humanos. El pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación, entre otras habilidades esenciales que quedaron relegadas en nombre de la técnica y la ciencia exacta.

Hoy, en una era de cambios vertiginosos impulsados por desarrollos como la inteligencia artificial, debemos cuestionar ese paradigma. Los profesionales que requiere esta nueva etapa no solo deben profundizar en un área, sino también conectar áreas del saber, aprender de forma continua y cultivar lo que nos diferencia de las máquinas.

Este nuevo ideal, el ‘Homo nexus’, es el del ser humano que es capaz de sobrevivir -y prosperar- en un mundo en constante transformación tecnológica.