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Octubre y libertad. Turismo y civismo

Avatar del Willington Paredes

Lo nuevo es camino erróneo y falso que suma y agrega errores de mayor debilitamiento y deterioro a la cívica, la memoria e identidad local del ciudadano.

Los días, meses y años, como medidas creadas por la cultura moderna para cuantificar el tiempo no tienen significado intrínseco. Les es atribuido por los hechos y eventos históricos que sociedades, hombres y culturas les asignan. Y la separación del tiempo calendario gregoriano la marca el nacimiento del Mesías (antes y después de Cristo); así aparece.

El proceso sociocultural moderno, que promete un horizonte de progreso y bienestar, acentuó esa forma, haciéndola costumbre para dar significado sociohistórico a las fechas. El 4 de Julio, para los norteamericanos; el 10 de Mayo, para los argentinos; 3 de Noviembre para los cuencanos. Para Guayaquil, el 9 de Octubre. Por eso, cuando llega este mes está codificado que es el tiempo de la libertad. Renueva, evoca y define un evento histórico de búsqueda, cambio y transformación.

Ahora, cuando la urgencia y presión económica de la pragmática empresarial impulsa el turismo, para que la gente viaje y se divierta, es cuando esas medidas-acciones, locales y nacionales, empobrecen y debilitan los signos de identidad histórica y sociocultural que deben tener los ciudadanos de su localidad. Octubre ya no es tanto cívico y de reposicionamiento histórico de la libertad. Lo han convertido en evento básico y únicamente turístico. Está plagado del jolgorio, parafernalia, bailes y chupa hasta perder el conocimiento. Se dirá: así son los tiempos líquidos. Pero esto no puede llevarnos, pasivamente, a licuar la cívica y la memoria histórica ciudadana. Hay que resistir a ese proceso envolvente y disolvente.

Hoy las sociedades locales, que experimentan y sufren los embates y la presencia de una ciudadanía débil y precaria, tendrán que asumir una tarea básica: recuperar, reconstruir y buscar el reposicionamiento de la cívica y la conciencia histórica de la libertad ciudadana. Sin embargo, eso no se da ni lo vemos. Los gobiernos locales aparecen sumados, ganados y promoviendo lógicas turísticas y festivas, antes que defendiendo y protegiendo las referencias históricas y el sentido de las fechas cívicas para hacer mejor ciudadanía. Lo nuevo es camino erróneo y falso que suma y agrega errores de mayor debilitamiento y deterioro a la cívica, la memoria e identidad local del ciudadano.