Ciudad, bicentenario y memoria plural

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'Reconozcamos que la sociedad libertaria fue ciudad, campo, región y ese colectivo social de criollos, mestizos y aguerridos montuvios'.

Hace 200 años Guayaquil insurgente y libertario era un complejo colectivo de urbe-puerto y varias sociedades rurales. Su historia creaba y resumía un largo proceso socioeconómico, étnico, político y cultural llamado provincia. Unía esa ciudad y sus múltiples campos. Por eso la memoria histórica, sociopolítica, cívica y el imaginario no se agota en la parcela de hoy.

Nos gana el reduccionismo urbanocéntrico. Distorsiona la historia de la acción colectiva hecha por ciudad y campos hace dos siglos. En ese pasado el colectivo insurge en la urbe y se expande como reguero de pólvora en todo lugar urbano-rural del ayer epopéyico y libertario. Esto no lo perciben ni comprenden los inmediatistas que reducen el bicentenario de la Revolución octubrina a los estrechos límites del Guayaquil actual.

La revisión de ese hecho-proceso histórico importante para la ciudad, provincia, Litoral y el país debe ser tarea de todos aquellos no obnubilados por la fiesta-jolgorio y el monumentalismo urbanocéntrico. Pero esa visión se ha impuesto reduciendo y distorsionando la realidad histórica de esa sociedad plural que realizó esa transformación de: revolución, independencia y autonomía. Ellos fueron los creadores de la nueva escena pública. Los actores políticos, sus líderes criollos y mestizos ilustrados y modernos fueron quienes efectuaron esa revolución. No fue solo el Guayaquil urbano sino ese espacio amplio, plural y diverso.

Eso debe señalar la rememoración del bicentenario. Reducirlo es falsear lo que la historia, la memoria y relato histórico objetivo señalan. Por ejemplo: ¿qué hubiera sido de una revolución reducida a una urbe, sin el aporte de los plurales campos de donde salieron aguerridos montuvios a enrolarse como milicianos para morir por ese proyecto diseñado en la ciudad pero que se decidía y ganaba en un espacio mayor: los campos y otras urbes pequeñas.

Es preciso no distorsionar, falsear ni dañar la memoria histórica. Reconozcamos que la sociedad libertaria fue ciudad, campo, región y ese colectivo social de criollos, mestizos y aguerridos montuvios. La ciudadanía de hoy tiene que tener esa visión y concepción. Así lo dice la realidad histórica y social del colectivo de ciudad-campo-región.