Sophia Forneris | El silencio que delata
La represión y la censura no eliminan la crítica; la multiplican
La curiosidad natural de las personas y su rechazo hacia la censura las lleva a compartir y amplificar la información que otros intentan suprimir. Ocultar información negativa suele generar sospechas, especialmente cuando está relacionada con corrupción o comportamientos indebidos.
Un buen caso para mencionar al hablar de la supresión de información es el efecto Streisand. En 2003, Barbra Streisand intentó impedir la difusión de fotografías de su casa en Malibú, tomadas como parte de un proyecto público sobre la costa de California. Demandó al fotógrafo y exigió que las imágenes fueran retiradas. Paradójicamente, su intento de censura atrajo más atención hacia las mismas fotos que deseaba mantener en privado.
El efecto Streisand enseña que los intentos de suprimir información suelen tener el efecto contrario: amplifican el mensaje y exponen aún más lo que se pretendía ocultar. En la era digital, intentar esconder algo puede resultar catastrófico, revelando los riesgos de la censura y el poder de la curiosidad pública.
En el ámbito político, los gobiernos que intentan controlar la narrativa enfrentan el mismo fenómeno: cuanto más se oculta, más se sospecha. Cuando un Estado censura datos, restringe reportajes o silencia voces críticas, la ciudadanía no solo percibe opacidad, sino que asume que hay algo que se quiere esconder. Y aunque no existan pruebas, la simple percepción de ocultamiento erosiona la confianza pública y multiplica la especulación.
La solución no está en la censura, sino en la transparencia. En una sociedad saturada de información y desinformación, los gobiernos deben entender que comunicar con claridad es una herramienta de poder más efectiva que el silencio. La represión y la censura no eliminan la crítica; la multiplican.
Siempre sostengo que la madurez democrática se mide por la capacidad de un Estado para tolerar la crítica. La única salida inteligente para un gobierno que enfrenta cuestionamientos no es esconder, sino explicar. Porque en el intento de callar al otro, lo único que realmente se apaga es la credibilidad propia.