Yo no lo sabía

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Por eso, no hay que encandilarse con los que escogen el momento para actuar contra los rateros del Maldonado Carbo.

Son tan repugnantes los casos de corrupción conocidos por estos días que podemos perder la capacidad de asombro. O de olfato. Que el estiércol de tanto olerlo nos pueda parecer Chanel # 5. Pero no. Para conservar el olfato, pocas cosas son más efectivas que los datos. Y la memoria.

Hace 7 meses, no hace 7 días, Plan V, el portal digital que dirige Juan Carlos Calderón, publicó el artículo “El hospital desahuciado por la corrupción”. Desentrañaba las “burdas formas que se aplican para robar en contratos de medicinas”. Mostraba que lo que costaba uno lo vendían en 5 en el Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil.

O sea que los mafiosos pudieron ser detenidos antes de que la pandemia les diera alas (murciélagos como son) para robar a mansalva. Nadie lo hizo, aunque muchos lo sabían. Menos el que hoy nos escupe su cinismo sin límites: “Yo no lo sabía”.

Igual puede pasar con la investigación del portal Código Vidrio, liderado por Arturo Torres, que denunció que una pareja de esposos lleva ganados en contratos de salud $32 millones durante el correísmo-morenismo (que en argucias, se sabe, son dos gotas de agua). En la emergencia, por ejemplo, ganó contratos por $16 millones ¡de forma directa! Nada han hecho los fiscales, quizás porque no hay politiqueros involucrados. Allí no hay ‘show’. Pero gracias a Código Vidrio ya no nos podrán decir “yo no lo sabía”.

En ambos casos las autoridades fueron lentas, ciegas, mudas. Y en uno reaccionan solo cuando nuevos datos periodísticos destapan más atracos. Por eso, no hay que encandilarse con los que escogen el momento para actuar contra los rateros del Maldonado Carbo. ¿Acaso no lo sabían?

“¿Querían las cabezas? Ahí están las cabezas”, dijo la fiscal general, al resumir sus últimas actuaciones. ¿En serio cree eso? Medio país sabe (y la otra mitad lo intuye) que para que los mafiosos asalten se requiere la venia, el tanto me toca, o el cálculo de otras cabezas. “Acuerdos necesarios para la gobernabilidad”, le llaman. Esas son las cabezas de verdad. Los peores ladrones. Vaya por ellos señora fiscal, antes de que por su INActividad nos diga: “yo no lo sabía”.