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La primera batalla

Avatar del Rubén Montoya

En el centro el ánimo es que pronto no habrá más restricciones y lo que están haciendo los informales es medir el terreno que vendrá...

Deambulo por el centro de Guayaquil y noto que algo empieza a cambiar: hay un pulso que se acelera lentamente a la espera de que su principal timonel se posesione en un mes. Agazapada, la informalidad espera.

Una de las estampas que fue cambiada por las administraciones socialcristianas del “modelo exitoso” fue la de desterrar, sobre todo del centro de la ciudad, la proliferación de vendedores ambulantes, algo que hacía casi imposible transitar por muchas veredas y plazas.

Fue León Febres-Cordero el pionero de la medida que buscó cambiarle la faz a un centro que se iba convirtiendo en el brazo serpenteante de La Bahía, el tradicional coloso del comercio informal porteño, que iba colonizando cada vez más espacios, devorándolos a punta de necesidades y caramancheles. Desde entonces, la zona ha sido cuidada de los desórdenes que el comercio sin control plantea, sobre todo de ornato y seguridad. Salvo los excesos de guardias municipales, infames algunos, esa batalla la ha ganado el Municipio, sin entrar a debatir la profunda herida social que encierra. En Ecuador, no hay que olvidarlo, 3 de cada 4 trabajadores son informales.

¿Qué hará el nuevo alcalde? Su talante populista, el extracto popular de su histórico y avasallante triunfo, lo ponen instintivamente del lado de quienes le reclamarán el derecho a trabajar para cuidar de sí mismos o de sus familias. ¿Qué puede haber más digno que resistirse a engrosar el ejército de los narcos y salir a trabajar vendiendo lo que sea mientras lo acribillan un sol inclemente o un aguacero de diluvio?

En el centro que acabo de ver el ánimo es que pronto no habrá más restricciones y lo que están haciendo los informales es medir el terreno que vendrá. Mientras tanto venden de (casi) todo: vasito de frutas, par de medias o cajetilla de cigarrillos, “a dólar”. Set de tratamientos mágicos para la piel, los reumas o el abecedario de enfermedades, a “tres dólar”. Sexo, a diez.

Aquiles Álvarez tiene batallas en el horizonte que deberá enfrentar con algo más que su sinuosa palabra. No alcanzará con decir un día “abajo rejas”, y desdecirse al día siguiente. No alcanzará.