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Noboa, el hueso más duro

Avatar del Rubén Montoya

Con cualquier otro candidato el rifirrafe estaba garantizado, el ring dispuesto, los guantes ajustados. Con Noboa, el desconocido, no...

La política depara a veces sorpresas mayúsculas. La victoria de Daniel Noboa, en las elecciones presidenciales del pasado domingo, abre un escenario absolutamente inesperado. Dije victoria, pese a que no llegó en primer lugar, y lo reafirmo: recordemos que Lucio Gutiérrez (2002, 20 %); Rafael Correa (2005, 22 %); y Guillermo Lasso (2021, 19 %) no ganaron en la primera vuelta, pero sí en el balotaje siguiente. Hay segundos lugares que presagian presidencias…

Noboa, a quien no solo sus compañeros de papeleta veían como un buen muchacho, inexperto, inofensivo, les ha dado (nos da hado) una lección de ubicatex. O de humildad. Cada quien que tome la ración que más precise.

En una campaña híper veloz no había tiempo más que para dar señales y él aprovechó la luz que le dio un debate que vieron muy pocos, pero cuyos memes de resumen disfrutaron casi todos. TikTok es Dios y viene envuelto en humor, una delicia consumirlo.

Luchar contra un desconocido es la peor noticia posible para el rival de Noboa, Rafael Correa (lo de Luisa González, lo sabemos, es una formalidad de papeleta). Con cualquier otro candidato el rifirrafe estaba garantizado, el ring dispuesto, los guantes ajustados. Con Noboa no, porque huye (seguro, canchero) de la confrontación y no tiene que impostar el discurso que más de la mitad del electorado espera. O que intuye por dónde vienen cocinándose los tiros: la mayoría del millón y medio que anuló la papeleta de asambleístas lo eligió a él como su candidato. Atenti con el dato.

La formidable votación del correísmo, su indiscutible presencia nacional (ganó en 50 % más de provincias que en el 2021), su dureza de mármol, tiene cuesta arriba crecer. Puede hacerlo, sin duda, pero la pelota no está en su cancha: el balotaje dependerá más de lo que haga -o no- el desconocido Noboa, que de lo que pueda hacer para reposicionar su fracasado mensaje del “ya lo hicimos”. O lo resetea por completo o deberán preparar café con galletas.

El miedo que tiene ahora el correísmo es comprensible: es la emoción más común y fuerte del ser humano. Y nunca es tan grande como cuando se enfrenta a lo desconocido.