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El narco-Estado seguirá

Avatar del Rubén Montoya

¿Dónde están sus soldados? En las cárceles, trabajando. En las esquinas, vacunando; en las fronteras, dando bienvenidas...

Michael Corleone (Al Pacino), en una de las icónicas escenas de El Padrino II, regresa del baño donde uno de sus compinches escondió una pistola, se sienta, mide la reacción de las víctimas, procesa su miedo y de pronto se levanta y descerraja tres tiros letales: mata al gánster que intentó asesinar a su padre y al jefe policial que lo protege; luego huye y se esconde por un largo período. Porque mafiosos y corruptos siempre hubo y habrá. Pero no siempre tendrán un Estado a su favor.

Una cosa es ser excepción; otra es ser patrón, tendencia. En Ecuador, Michael no huiría porque el crimen organizado ha debilitado de tal modo al Estado que éste ya no es su adversario: es su compañero de reparto. Del verbo repartir.

Solo un ejemplo, por cuestión de espacio: Guayaquil es, pese a estar mucho más lejos de Buenaventura o Panamá, el puerto que envía la mayor cantidad de cocaína que consume Europa. El dato es demencial, grosero, apabullante… menos para el ejército de corruptos que lo ha logrado. Y cada vez menos, también, para todos quienes normalizan la barbarie, primer paso para volverse indiferentes, delito que debería castigarse.

Para que hoy Guayaquil sea La Perla de los Narcos fue preciso hacer méritos en gajo. El viernes pasado, por ejemplo, se anunció en Rotterdam la captura del mayor cargamento de droga en toda su historia. ¿De dónde provenían los ¡ciento sesenta quintales! de droga? De la ciudad del modelo exitoso.

¿Cómo se logra un estatus así? Con tiempo y dinero, con extorsión y muerte. El dinero corrompe todo y el narco lo posee a camionadas. ¿Dónde están sus soldados? En las cárceles, trabajando. En las esquinas, vacunando; en las fronteras, dando bienvenidas; en los controles, ejerciendo de ciegos; en los puertos, aforando al viento…

Y están en los despachos de jueces y fiscales, de asesores y de abogados. Están en los cuarteles haciendo de espías. O en las bases disfrazados de generales…

Así que el narco no será derrotado el próximo domingo. Y mientras nadie hable de una política de Estado para enfrentarlo, sus tentáculos de muerte gozarán de buena vida.

Bienvenido seas, Michael.