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La moral ‘offshore’

Avatar del Rubén Montoya

Y porque la moral, como los impuestos, no puede evadirse. Salvo, suponemos, que sea una moral ‘offshore’.

Las revelaciones de la más copiosa investigación periodística de la historia desnuda a cierta clase dirigente mundial y el modo con que algunos líderes manejan sus bienes. Pero como el periodismo no sentencia, sino que muestra a fondo, cabe esperar las explicaciones de los señalados. Si acaso las tuvieren…

La pregunta es simple y no precisa saberes de abogado: ¿por qué se constituye compañías en territorios extranjeros (’offshore’) donde no se paga tributos, ni existe control sobre el origen de sus activos ni su administración? Antes de que el dólar sea nuestra moneda, la justificación era proteger bienes (legítimos, se supone) del vaivén perverso de la devaluación de una moneda débil como la nuestra, el sucre. Esa razón ya no existe, y entonces: ¿por qué sacamos de nuestro domicilio fiscal los bienes que aquí adquirimos? ¿Por qué no queremos transparentar los activos y la rentabilidad que ellos generan?

La respuesta, muchas veces, también es simple: para evadir impuestos. Hay quienes lo hacen porque no los ven como una contribución social, sino como una carga, un zarpazo a su riqueza (legítima, se supone). Les duele. “¿Para qué pagarlos si todo se lo roban los políticos?”. Y así van por la vida, evadiéndolos, armando empresas de papel donde guardan sus bienes. Que vuelen bajito, por debajo del radar de todo lo que huela a impuestos…

¿Es el presidente Guillermo Lasso uno de ellos? Los Papeles de Pandora dicen que, en el 2017, después de que lo obligara una ley a hacerlo, él se desprendió de la mayoría de sus ‘offshore’, aunque los beneficiarios serían sus herederos… Pues bien: ¿por qué él no transparenta quiénes son ahora dueños de los bienes y qué recibió a cambio de entregarlos? Y si no recibió nada porque los donó: ¿cuánto pagó en impuestos por esa donación?

Quien nos pide en la cara -con razón- que ahora paguemos más impuestos para salir de la crisis, debe respondernos, también a la cara y sin evasivas. Porque de un presidente, es decir de un líder, se espera que predique con el ejemplo. Y porque la moral, como los impuestos, no puede evadirse. Salvo, suponemos, que sea una moral ‘offshore’.