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Los cuerpos del amor

Avatar del Rubén Montoya

"¿Puede haber derecho más humano que el de despedir a nuestros muertos? ¿Puede el Gobierno entenderlo?"

¿Ha perdido usted a su padre? ¿A su abuela? ¿A una amiga? ¿A su hermano? Cuando se van quienes amamos, sin importar cuándo y cómo, al alma se le abren grietas como boquerones. Las lágrimas las cicatrizan y el tiempo las disimula, pero no las restaura. Nuestros amores buenos, los esenciales, son una marca que jamás se va.

No me imagino lo que habría significado perderlos y no haberlos podido llorar, ni agradecerles por tanto y despedirlos en silencio. No me imagino.

Pero debo hacerlo. Debemos. No entenderemos la magnitud de la tragedia sin el esfuerzo de ponernos en los zapatos, en el dolor y la rabia, en las lágrimas de los más de 300 familiares de ecuatorianos fallecidos durante la pandemia, cuyos cuerpos el Estado no devuelve. Escudarse en que la dureza de las jornadas más dramáticas impidió la aplicación de protocolos de seguridad más expeditos es de una desidia que solo cabe en un gobierno al que recordaremos por su torpeza inaudita y su corrupción desbocada.

Los cuerpos no desaparecen, no han desaparecido. Fueron cremados, enterrados o abandonados, pero su estela ha dejado más de un rastro y es hora de que los responsables sean obligados a recuperar la memoria. No esperemos que recuperen la compasión o la empatía: nunca las tuvieron.

Especular sobre lo que hicieron con los cuerpos nos pondría en el nivel infrahumano de los encargados de su cuidado y custodia. Pero sí podemos reclamar para que se haga una investigación que permita saber dónde están. Sí podemos recordarle al Gobierno que los ciudadanos delegamos parte de nuestros derechos y a cambio recibimos una sociedad jurídicamente organizada. Y que el Estado debe garantizarnos los derechos, humanos y sociales, que logren una convivencia de respeto y bienestar. Si no lo hace, él y todos sus agentes involucrados deben ser demandados.

¿Puede haber derecho más humano que el de despedir a nuestros muertos? ¿Puede entender el Gobierno que los familiares no están pidiendo la devolución de una cosa, un artefacto o una joya? Ellos están pidiendo esa parte, suya para siempre, que ya no volverá. Ellos no piden plata, lo que piden son los cuerpos del amor.