Rubén Montoya Vega | La sociedad del ‘quéchu’
Debemos parar. Llamar pan al pan, corrupto al corrupto e ineptos a los inservibles. No “inexpertos” o “ingenuos”
Les molesta a muchos que el periodismo de verdad sea un notario de desastres, pero parte esencial del oficio es ese. Punto. Hay que registrarlos para no normalizar lo indignante o execrable.
Los negociados de Progen y de Austral desnudan la incapacidad oficial. Desde el principio, pues fueron paridos al calor de la emergencia energética, que fue producto de una gran falta de previsión. O sea: los ineptos piensan que pueden arreglar una embarrada con otra.
El intento grosero de asaltar la fe pública llamado HealthBird, esa empresa sin oficinas en su domicilio, que con un capital inicial de ¡cien dólares! quería levantar aquí un contrato de 150 millones y a la que se le blindada el contrato ¡con 15 años de secreto! Se ha roto todo límite de desvergüenza. ¿En qué momento sus defensores perdieron la pizca de seso, o de decencia, que hace falta para entender que esos ‘inversionistas’ no son más que piratas 2.0?
El horror de ver que en un hospital público, y dentro de una caja, se entregó el cadáver de un niño… “Símbolo de deshumanización”, lo llamó Adrián Pérez. Tan símbolo como otros: el informe que ratifica la tortura a los niños de Las Malvinas. O la desvergüenza de ese cínico de colección que, según un exministro, mostró cajas de ‘medicinas’... que sólo contenían gasas.
La epidemia de ‘comunicadores’ que se guindan de la pauta oficial para silenciar bochornos, ineptitudes o asaltos. Algunos de ellos muy bien recompensado$ por entregar fierros o vulgares membretes. Pero que se indignan cuando se los señala y entonces gritan que ellos no venden su conciencia. Razón no les falta: nadie puede vender lo que no tiene… Y que se indignan más, no por la nulidad de muchos funcionarios, sino porque la vicepresidenta se abraza con un alcalde políticamente adverso. Mamertos.
Debemos parar, ¿no cree usted? Llamar pan al pan, corrupto al corrupto e ineptos a los inservibles. No “inexpertos” o “ingenuos”. Que vayan a ser ingenuos en sus negocios o sus casas. El servicio público no es para ellos. Y no es, no debe ser para nosotros la indiferencia. O seremos pronto la sociedad del ‘quéchu’. Si es que no lo somos ya.