Premium

Rubén Montoya Vega | La peor derrota del domingo

Avatar del Rubén Montoya

Perdimos, pero estamos bien, seguiremos igual. La soberbia en grado sumo. Es esa la peor derrota

Tengo malas noticias: hablé hace poco con el Diablo y me ratificó que su pecado favorito es la vanidad. Mucho más desde que existen las redes sociales, me dijo. “Las redes me hacen muy feliz”. ¿Y los políticos?, quise saber. “Je, ellos son clientes fijos”. Pienso en eso desde el domingo pasado.

Ese día perdió largamente el Sí en la consulta propuesta por el presidente Daniel Noboa. Pero, desde entonces hay otras derrotas, relativas al pecado favorito. Todas preocupantes. Y una es grave, pues permite avizorar lo que vendrá.

Es derrota la vanidad de los ‘sabios’ que desde esa misma noche decretaban qué dijo el pueblo al votar No. ¡Como si hubieran hablado con él! Su ‘sabiduría’ es tanta, que enumeraban razones con fervor de publicistas. Aunque casi ninguno mencionó la única que tiene sostén en los antecedentes: un plebiscito es, sobre todo, un termómetro de popularidad.

La vanidad de los encuestadores, esos matones de la fe pública, que siguen amañando sondeos y escupiéndonos su mediocridad, sabiéndose impunes pese a habernos mentido en 1, 2, 3, 4, 5… elecciones, errando con 5, 10, 15, 20, 25… puntos de diferencia. ¿No va siendo hora de que esto sea penalizado para impedirles un nuevo abuso?

La vanidad de los que se creen analistas o líderes de opinión, y no son más que micrófonos bípedos, serviles a $u patrón. Y la vanidad infinita de los que pasaron de puntillas por la campaña, gritando su silencio, soñando listas ganadoras y pactos contra natura en la futura Constituyente, y hoy pregonan que lo que dijo el pueblo es que “su” Constitución es buenísima. Satanás se retuerce de la risa.

La vanidad de un Gobierno y un presidente que ni siquiera saben perder. Que no salen enseguida a dar la cara, bajarse del pedestal, tomar conciencia, hincar la rodilla ante el verdadero soberano, darle razones para creer. No. Al contrario: no ha pasado nada, parecen decir. Pepito sale de aquí y va para allá, Juanita deja esta silla y ocupa la otra. Perdimos, pero estamos bien, seguiremos igual. La soberbia en grado sumo. Es esa la peor derrota. Porque ahora sabemos cuál es su verdadera estatura y qué puede -o no- pasar.