Premium

Rubén Montoya Vega | El fracaso ante las drogas

Avatar del Rubén Montoya

El negocio también existe porque hay legiones de tarados que la aman más que a su madre. Y la consiguen en plena calle

A propósito del despliegue de fuerzas de EE. UU. ante las costas de Venezuela, es tiempo de aceptar que las políticas contras las drogas no han servido. Lo advirtió hace tres lustros la Comisión Global de Políticas de Drogas y lo ratificó sin ambages, en el 2024, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos: “las estrategias punitivas han fracasado”.

El presidente Donald Trump, quien apenas este año se entera de que Cartel de los Soles y Revolución Bolivariana son la misma cosa, cerca al dictador Nicolás Maduro y cree que así ganará la guerra contra los estupefacientes. Se equivoca. Por el bien del pueblo venezolano sería estupendo que ese canalla sea arrancado del festín macabro con que ha destruido a su país. Pronto y ojalá. Pero una cosa no quita la otra: la epidemia de sustancias prohibidas seguirá creciendo. El negocio colosal de la droga no sólo existe porque unos la cultiven (Colombia, Perú, Bolivia…) ni porque otros abran sus puertos sin recato para traficarla (Ecuador) o introducirla (México).

El negocio también existe porque hay legiones de tarados que la aman más que a su madre. Y la consiguen en plena calle, a vista de la Policía, como pasa en los cementerios ambulantes de las víctimas del fentanilo, que ya no son solo en Filadelfia. Allí está el corazón del problema: sin demanda, no habría oferta. Así que, atacar siempre el problema como si la culpa fuese del otro, es una idiotez.

La imbatible corrupción de los países sudamericanos para alentar un negocio tan lucrativo no morirá con un crápula exiliado en Managua o baleado en Caracas. Eso es demagogia, vulgar propaganda.

No sé cuál sea la solución para un tema tan complejo, que merece una reflexión urgente y, a la vez, serena; transgresora, además, pues lo previo no ha dado resultado. Pero sí sé que, mientras tanto, mejor haría EE. UU. en aceptar que capturando capos sólo hace relaciones públicas. Estos no habrían podido levantar su cruel imperio, si los Trump del planeta no fueran tan permisivos con los controles, o ciegos con las prevenciones.

Empiecen por la viga en el ojo propio, que la paja del ajeno será vencida luego.