Rosa Torres Gorostiza | El No que exige un cambio de rumbo al Gobierno
El país habló. Y el gobierno debe empezar por escuchar
El resultado de la consulta y el referendo no es un tropiezo político menor: es una señal de hartazgo ciudadano. Un mensaje claro de que el país se cansó de la prepotencia gubernamental, de la desatención y del uso de recursos públicos en actividades políticas que deterioran su vida cotidiana. El Gobierno debe escuchar, sin atenuantes.
La gente quiere seguridad, pero no la siente. Cifras oficiales pueden intentar mostrar otra realidad, pero el día a día es implacable: barrios enteros dominados por el miedo, asesinatos, extorsiones que arruinan negocios y familias que duermen con sobresalto. El ecuatoriano, aunque aplauda los esfuerzos del Estado por combatir el crimen, no ve resultados que cambien su vida inmediata. Escucha que las cifras mejoran, pero no encuentra empleo, mientras la descomposición social avanza, liquida oportunidades y arrasa con el tejido comunitario. Ese deterioro cotidiano influyó en el electorado.
El pueblo dijo No; a las bases militares extranjeras porque teme que el territorio nacional sea usado para intereses ajenos, disfrazados de lucha contra el crimen organizado; a eliminar el fondo partidario, no porque quiera financiar campañas, sino porque ya no tolera que la clase política actúe a su antojo en nombre del pueblo. Dijo No a reducir el número de asambleístas porque entendió que el problema no es la cantidad, sino la calidad: deben cambiar los requisitos éticos y profesionales para servir al país.
Y dijo No a una Asamblea Constituyente porque no quiere seguir financiando un sistema político que no muestra resultados, que multiplica gastos y entrega más poder a un presidente que no ha cumplido lo que ofreció, uno que priorizó resolver asuntos de su empresa familiar y pelear con sus detractores antes que gobernar con visión de Estado.
Ojalá esta derrota -que el Gobierno ya reconoció- sea una oportunidad para reflexionar con humildad, para pensar en el IESS y en los jubilados; en los padres y madres que no encuentran un lugar donde sentirse seguros; para pensar en quienes buscan trabajo durante meses sin éxito; para pensar en los pobres, que no quieren seguir hundiéndose, y en la clase media, que teme perder lo construido con sacrificio.
Ecuador necesita reflexión profunda y decisiones honestas. No operaciones de imagen. No propaganda. No cálculos electorales. El país habló. Y el gobierno debe empezar por escuchar.