A través de un vídeo de cinco minutos de duración, el exasambleísta correísta Ronny Aleaga, prófugo de la justicia tras su vinculación en el caso Metástasis, intenta desacreditar a su acusadora, la fiscal general Diana Salazar. Lo hace con el mismo argumento que utilizaron en el pasado sus líderes partidistas, de que existe una persecución en su contra. Y no solo que se sienten amenazados de muerte él y su familia, sino que divulga presuntos chats entre él y Salazar, a quien acusa de ser cómplice y encubridora del crimen organizado.

En síntesis, el descrédito es el arma que Aleaga, un ex Latin King, utiliza ahora para intentar convencer a todos, a través de las redes sociales, que no es él quien tiene vinculaciones con la corrupción y el narcotráfico sino Salazar. Solo le falta decir que no es quien fue fotografiado en una piscina de la casa de Miami (EE.UU.) del ahora también procesado Xavier Jordán, y con Pablo Mendoza. Ambos ya estaban procesados por corrupción en la negociación de insumos médicos en dos hospitales de Guayaquil durante la pandemia.

Según la fiscal, Aleaga era el encargado de callar las voces de quienes entorpecían la actividad criminal de sus compinches, entre ellos Roldán y Leandro Norero Pero él lo niega, con el argumento de que tiene 1.500 chats con Salazar, que dice haber sometido a peritaje con una empresa forense de Estados Unidos. Pero no nombra la empresa ni tampoco al perito.

El exasambleísta quiere hacer creer que una fiscal general, que sabe que puede estar siendo espiada por sus enemigos políticos o no, le contó cómo usaba su poder y acceso a la información para presionar, perseguir, amedrentar y extorsionar, en defensa del crimen organizado. Muchos se estarán preguntando qué tanta verdad encierran sus palabras. Y yo les pregunto: ¿qué se puede esperar de un aliado de la corrupción y del crimen organizado?

No solo que Aleaga no da nombres, sino que tampoco indica a qué medios de comunicación les envió los chats sobre los supuestos diálogos. También él habla ahora, como su máximo líder político prófugo de la justicia, “de la prensa corrupta que apoya a la fiscal”. Con una campaña de desprestigio buscan la impunidad. ¡Cuidado con los cantos de sirena!