El efecto placebo

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Pero la sangre del general Gabela, de Fausto Valdiviezo, de Valerie de la Valdene y tantos otros clama por justicia.

“El Gobierno anterior destruyó la red epidemiológica que tenía el Ministerio” (Dr. Alberto Narváez, Noticiero Al Día, agosto 4). Correa desbarató el sistema de salud. ¿Cuántos murieron por esto? ¿Qué calificativo merece semejante bajeza?

“Por veinte mil millones de dólares se entregaron cien mil millones en petróleo” (Carlos Julio Emanuel, Noticiero Al Día, agosto 4). ¿Monto del daño irrogado al Ecuador? Casi nada. Ochenta mil millones de dólares. ¿Cómo catalogar esta salvaje agresión al país?

Desde 1952 el mar territorial ecuatoriano tenía dos porciones: una faja de 200 millas desde la parte más saliente de la costa continental, y un polígono que envolvía a las islas Galápagos hasta 200 millas. Si Correa no hubiera suscrito la Convemar, la flota china estaría pescando en nuestro mar territorial soberano y podríamos sacarlos a patada limpia.

Lo insólito: la Constitución redactada por el convicto belga prohíbe en forma expresa lo que hizo, al disponer que “el territorio del Ecuador es… irreductible”. El haberlo reducido en 188 millas marinas configura una más de sus violaciones a la Constitución, así como un atentado contra el Estado y la riqueza ictiológica de las islas.

Correa traicionó miserablemente los intereses del Ecuador. No merece hollar con su pie el suelo que lo vio nacer. Ha traicionado a su patria de muchas formas. Pero no se lo puede procesar por sus múltiples fechorías. El delito de traición a la patria solo puede ser cometido por militares. Hay que corregir la tipología penal. Habremos fallado como sociedad si no encontramos la forma. Es la única manera de impedir que otros “vengan por más”. Y votar por quien nos prometa que traerá de vuelta la millonada que nos robó y que el pillastre pagará cana de por vida.

Gracias a la sentencia del caso sobornos, Alí Rafá y los 40 no pueden negar ya su condición de delincuentes. Lo malo es que esto ocasiona un efecto placebo y nos sentimos conformes con tal simpleza. Pero la sangre del general Gabela, de Fausto Valdiviezo, de Valerie de la Valdene y tantos otros clama por justicia.

Y justicia no es venganza