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El ultimátum palestino

Con su ultimátum ante la ONU, confió en sacar a Estados Unidos de la autocomplacencia y obligar a Israel a iniciar negociaciones reales...

El presidente palestino Mahmoud Abbás solo tenía 10 años cuando se creó Naciones Unidas. El mes pasado, en su discurso ante la 76.ª Asamblea General, pronunció un audaz ultimátum: si pasado un año Israel no se retira del territorio palestino que ocupó en 1967 (incluida Jerusalén oriental), los palestinos ya no reconocerán a Israel según las fronteras de 1967 y denunciarán la ocupación ante la Corte Internacional de Justicia. Abbás (igual que más de la mitad de los palestinos) es un refugiado. Aún posee la escritura del solar de su familia en lo que hoy es la ciudad israelí de Safed (y como señaló, dicha escritura consta en registros de la ONU). También aclaró que la situación no es culpa de los palestinos: «A quienes afirman que no hay un socio palestino para la paz y que “nunca perdemos una oportunidad de perder una oportunidad”, los desafío a demostrar que alguna vez hayamos rechazado una propuesta de paz auténtica y seria». En septiembre de 1967, después de la guerra en junio de ese año, la dirigencia árabe formuló un compromiso con «los tres no»: «no a la paz con Israel, no al reconocimiento de Israel, no a las negociaciones con Israel». Pero hoy es al revés. Como señaló hace poco el primer ministro palestino Mohammad Shtayyeh, ahora es Israel el que se niega a hablar con Abbás, a entablar negociaciones sinceras y a reconocer al Estado palestino. En cambio, Abbás afirma que los palestinos «están dispuestos a trabajar durante todo ese año en la demarcación de las fronteras y en la resolución de todo lo referido al estatuto final, bajo los auspicios del Cuarteto Internacional» (la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia), y de conformidad con las resoluciones de la ONU. Pero al final del año, Israel deberá poner fin a la ocupación. La dirigencia israelí no tiene intención de hacer tal cosa, y parece improbable que sus socios estadounidenses los presionen mucho.

Pero igual que gobiernos estadounidenses anteriores, la administración Biden no ha dejado de colmar de dinero a los israelíes. Ahora es cómplice de la negación del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino. Y es culpable (al menos en parte) de cualquier violencia que se produzca. Como expresó Abbás en su discurso ante la ONU: «Nuestra paciencia y la paciencia de nuestro pueblo tienen límites». Cuando la gente lleva tanto tiempo viviendo bajo una ocupación, y se queda en la práctica sin proceso político, es inevitable que se ponga de mal humor. En tanto, la violencia está sustituyendo a la diplomacia como principal canal de contacto entre israelíes y palestinos Los israelíes tienen hace décadas una especie de aval del mundo para la ocupación de tierras palestinas, por los crímenes espantosos cometidos contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Pero esto ya no puede ser excusa para el sometimiento de los palestinos. Ya es hora de terminar el bloqueo israelí de Gaza, detener la construcción de asentamientos tal como demanda la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU e iniciar negociaciones auténticas tendientes al fin de la ocupación. Abbás quiere ver algún avance hacia la paz antes de su salida de la escena política. Con su ultimátum ante la ONU, confió en sacar a Estados Unidos de la autocomplacencia y obligar a Israel a iniciar negociaciones reales para poner fin a la ocupación. Los palestinos no aceptarán menos que eso.