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Macripiñerismo

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El triunfo del NO en el pasado referéndum puede ser visto solo como una derrota (más allá de las negaciones) o como la oportunidad que no tuvo Macri

Después de doce años de gobiernos kirchneristas, en 2015, Mauricio Macri llega al poder en Argentina. Los electores le confiaron dar un golpe de timón que les saque del marasmo económico y moral en que se abatía la nación. Sebastián Piñera, que en 2010 había roto los 20 años de gobiernos concertacionistas, vuelve a la presidencia en 2018, en un Chile que iba directo a declararse país desarrollado y primermundista.

Las dudas de Macri, que hace que los cambios proyectados no se produzcan, generan una pérdida de aceptación ciudadana en un gobernante que parecía estar desconectado de una realidad en la que se desploma luego de las elecciones primarias en las que sufre un tremendo descalabro. Quiso rectificar, pero el tiempo que faltaba para las elecciones en las que buscaba su confirmación en el cargo le fue insuficiente: el kirchnerismo, con toda su carga de corrupción, volvió al poder en 2019, con las consecuencias que sufre ese país en la actualidad.

Piñera, en cambio, fue sometido a una serie de protestas violentas en 2019. Sus indecisiones lo llevaron a claudicar en todas las pretensiones de la izquierda, siendo el símbolo de esas reivindicaciones el acabar con la Constitución de 1980, aprobada durante el Gobierno Militar, y su modelo económico. El estrepitoso fracaso con el que concluyó ese proceso constituyente, con el sonoro rechazo a un texto constitucional que incluía plurinacionalidad, justicia indígena y el sistema de reparto en la seguridad social, es otra historia. Piñera fue, desde su sometimiento, un exgobernante que ejerció la presidencia hasta 2022, entregándola al inexperto Boric, que va en raudo retorno al subdesarrollo.

Las reiteradas muestras de tibieza, indecisión, abierto incumplimiento de los ofrecimientos de campaña, idas y vueltas, del presidente Lasso, hacen ver que de la experiencia ajena no se aprende. El triunfo del NO en el pasado referéndum puede ser visto solo como una derrota (más allá de las negaciones) o como la oportunidad que no tuvo Macri: tiene tiempo para rectificar. De Piñera puede aprender que ser un pusilánime no salva a ningún presidente, sino que lo condena. Si no, su pretendido legado de “acabar con el correísmo”, no pasará de ser otro incumplimiento.